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“La pasé mal con el nacimiento de nuestro primer hijo. Muchos empujones sin medicamentos solo para terminar con una cesárea de emergencia, para la cual tuve que estar inconsciente, y toda la recuperación que conlleva. Así que Estoy en el hospital y la enfermera me dice que ha pasado demasiado tiempo desde que cagué, así que iba a necesitar un supositorio. Estaba aterrorizado de cómo se sentiría todo esto con mi incisión abdominal fresca y avergonzado de esto estaba sucediendo justo en frente de mi esposo, que estaba sentado en la habitación con el bebé en brazos, y yo estaba preventivamente avergonzado por lo que iba a pasar después. Si nuestras posiciones hubieran sido al revés, probablemente me habría disculpado y le habría dado algo espacio. Así que sí, lo que hizo me sorprendió.
“Después de que la enfermera hizo lo que tenía que hacer, él se sentó y me contó historias asquerosas de los diversos problemas digestivos que sufrían sus compañeros en Irak (calor, estrés, malas instalaciones y MRE tres comidas al día). Y recitó este poema : “Aquí estoy sentado, con el corazón roto. Intenté cagar pero solo me tiré un pedo”. Y el corolario: “Con el corazón roto, aquí estoy. Intenté tirarme un pedo pero cagué”. Lo que me hizo reír tan dolorosamente que pensé que iba a reventar un punto. Y después de un rato, las cosas procedieron como debían y no fue tan malo”.