Las condiciones climáticas extremas son perjudiciales para la calidad del agua de los ríos


El cambio climático está ejerciendo presión sobre la calidad del agua en los ríos de todo el mundo. Esa es la conclusión de un estudio en Reseñas de la naturaleza Tierra y medio ambiente. “Los extremos climáticos en particular son decisivos”, afirma Michelle van Vliet, profesora asociada de calidad del agua en la Universidad de Utrecht y autora principal de la publicación. “El cambio climático hará que estos fenómenos meteorológicos extremos sean más comunes en el futuro”.

Van Vliet, junto con un grupo de científicos internacionales, examinó 965 casos para analizar cómo cambia la calidad del agua en los ríos de todo el mundo durante diversos climas extremos, como sequías, olas de calor, fuertes precipitaciones e inundaciones. “En lo que respecta a la calidad del agua, nos fijamos, entre otras cosas, en la temperatura del agua, así como en el oxígeno y la salinidad”, afirma Van Vliet. “Pero también a las concentraciones de metales, medicamentos, plásticos y nutrientes”.

Precipitación y evaporación

La calidad del agua de los ríos está determinada por los llamados factores hidroclimáticos: la cantidad de precipitación, evaporación y descarga de agua. También influyen factores geográficos como la estructura del suelo y el uso de la tierra. Finalmente, el uso final del agua también influye. Van Vliet: “Para hacerlo aún más difícil, estos procesos también se influyen entre sí”.

Durante las sequías hidrológicas (muy poca descarga de agua en los ríos) y las olas de calor, la calidad del agua disminuyó en el 68 por ciento de los ríos estudiados, concluye el estudio. Por ejemplo, la calidad disminuye drásticamente en los ríos donde la contaminación fluye hacia el agua desde fuentes puntuales, como en las zonas industriales. “Esto se debe simplemente a que hay menos agua para diluir, por ejemplo, medicamentos, metales y otros productos químicos”, afirma Van Vliet. “Entonces esas concentraciones rápidamente se vuelven demasiado altas”.

La menor descarga del río también resulta en salinización (una salinidad más alta) porque se evapora relativamente más agua. Además, en los deltas, como en los Países Bajos, el agua de mar puede penetrar más en el delta debido al nivel más bajo del agua. “Esta salinización, por ejemplo, dificulta el riego de las zonas agrícolas porque muchos cultivos no pueden tolerar altos niveles de sal”.

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Van Vliet y su equipo también observaron en muchos estudios floraciones extremas de algas durante sequías hidrológicas y olas de calor, principalmente debido a las temperaturas más altas del agua. Debido a la creciente cantidad de algas, la concentración de oxígeno en el río disminuye, en detrimento de otras formas de vida. Por ejemplo, durante una sequía hidrológica entre 2018 y 2019, alrededor de 5 millones de peces murieron en el río Darling de Australia debido a la falta de oxígeno.

La proliferación de algas no suele ocurrir en aguas corrientes, pero la construcción de presas y grandes embalses está cambiando esto, afirma el estudio. Esto no sólo afecta a los ecosistemas locales, sino que también puede suponer riesgos para las personas. Por ejemplo, ciertos tipos de algas, las llamadas cianobacterias, producen sustancias tóxicas que pueden acabar en el agua potable.

Pesticidas agrícolas

No sólo las sequías hidrológicas y las olas de calor afectan la calidad del agua de los ríos. Debido a las fuertes lluvias e inundaciones, la calidad del agua en el 51 por ciento de los ríos estudiados disminuyó sustancialmente, concluye Van Vliet. Las fuertes lluvias provocan una mayor escorrentía de contaminantes de la tierra al río, por ejemplo en forma de pesticidas de las zonas agrícolas o altas concentraciones de metales pesados ​​del suelo.

Con respecto a los extremos climáticos, Van Vliet y su equipo observaron principalmente datos históricos de medición de la calidad del agua. “Pero para determinar cómo cambiará la calidad del agua en el futuro, también analizamos el cambio climático futuro utilizando modelos informáticos”, afirma Van Vliet. “Además de los extremos climáticos cada vez más comunes, también hay cambios graduales en la calidad del agua”. Por ejemplo, la temperatura del agua aumenta en la mayoría de los ríos, lo que resulta en menores concentraciones de oxígeno. Además, en el futuro la cantidad de agua de los ríos también disminuirá en todo el mundo, lo que dificulta cada vez más la dilución de residuos.

“Está claro que el impacto del cambio climático en la calidad del agua de los ríos es sustancial”, afirma. “Y muchas aguas en los Países Bajos ya no cumplen con las directrices europeas, por lo que el cambio climático agrava aún más esta situación”.



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