“Frente a mí hay un anciano con un bastón. Su mascarilla bucal cuelga de su barbilla y en su brazo derecho lleva una bolsa de tierra para macetas para las plantas. Delante veo a una mujer joven con maquillaje. Lleva medias transparentes y pantalones cortos. El sol brilla, a casi 18 grados. En el parque paso a un borracho. Pide cigarrillos a los soldados del puesto de cuadra. Parecen molestos, pero no lo ahuyentan. Tanto la vida normal como la guerra continúan”. Habla Sophia Gorelik (32) de Kiev. Mientras tanto, la guerra lleva más de un mes, los ataques aéreos alrededor de la capital siguen ahí, pero la vida normal también está volviendo. “Es increíble y horrible al mismo tiempo cómo la gente puede adaptarse a la guerra”, dijo.