Los científicos han estado monitoreando la selva amazónica durante años. Un nuevo estudio, utilizando datos satelitales recopilados entre 1991 y 2016, muestra que más del 75 por ciento del área ha perdido resiliencia desde principios de la década de 2000. La investigación fue publicada en la revista científica Nature Climate Change. Esto significa que el bosque necesita más tiempo para recuperarse después de la sequía y los incendios forestales.
Cuestión de varias décadas
La mayor pérdida de resiliencia ocurre en áreas cercanas a carreteras, áreas urbanas y fincas, así como en regiones que se están volviendo más secas. Eso sugiere que la deforestación y el calentamiento global son la causa. “Es posible que estos factores ya hayan acercado al Amazonas a un umbral crítico de muerte regresiva de la selva tropical”, concluyen los científicos.
Los investigadores aún no se atreven a hacer declaraciones sobre cuándo llegará el punto de inflexión crítico. Sugieren con cautela que podría ser una cuestión de unas pocas décadas. “Parece que el punto se acerca más rápido de lo que predijeron los modelos climáticos hasta ahora. Y también se está moviendo más rápido que ese otro fenómeno, que es igualmente preocupante para el clima: el derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia”, dijo Niklas Boers, uno de los autores y profesor de la Universidad Técnica de Munich en Alemania, en una conferencia de prensa. .
Agregó una nota de advertencia de que, por lo tanto, la ventana de tiempo para salvar la selva amazónica es estrecha. Pero Boers dijo que los datos indican que aún no se ha cruzado el punto de inflexión: “Así que hay esperanza”.
Impacto global
La selva amazónica es un bastión de una biodiversidad rica y única y también tiene un papel regulador en el sistema climático. Localmente proporciona refrigeración inmediata y globalmente actúa como un depósito de carbono. Absorbe alrededor del 5 por ciento de las emisiones globales de CO2.
La posibilidad de que un árbol muera es alta si una selva tropical pierde su resiliencia. Otras especies de árboles, que pueden soportar mejor las condiciones climáticas secas, ocuparán su lugar. Con el tiempo, el bosque también desaparecerá y la sabana ocupará su lugar. Esto libera enormes cantidades de carbono y acelera el calentamiento global.
La selva amazónica tiene 6,7 millones de kilómetros cuadrados y se distribuye en nueve países, la mayoría en Brasil. Datos recientes de un instituto brasileño muestran que la deforestación en el país aumentó en más de una quinta parte el año pasado, el nivel más alto desde 2006. El gobierno del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, ha sido duramente criticado por alentar una mayor deforestación.