“Y además perdemos ventas adicionales cuando, por ejemplo, huelen los panecillos frescos del interior”, subraya Geerlings.
Función social
Además de una posible quiebra de la tienda, las investigaciones muestran que la desaparición de los supermercados más pequeños puede ir en detrimento de la calidad de vida en el pueblo. Esto también lo teme Geerlings. “Nuestra tienda es un punto social para todos, especialmente para las personas mayores. Siempre vienen a charlar. Y el supermercado más cercano está mucho más lejos, por lo que hay que ir en coche”.
Sin confianza
La mayoría de los clientes que entran a la tienda dicen que no confían en la nueva norma. “Es una ilusión”, afirma Maike Pfann, voluntaria y cliente habitual de la tienda. “Porque si alguien es realmente adicto, lo comprará en otro lugar”.
Sin embargo, Geerlings no se dará por vencido. Hará todo lo posible para transformar su pequeño supermercado local en una llamada “tienda de conveniencia”. “Porque entonces podremos vender tabaco y seguir existiendo”.