La Orquesta del Concertgebouw sigue enriqueciendo a Mahler Nine

Estos meses, la Orquesta del Concertgebouw puede disfrutar de nada menos que cuatro de las nueve sinfonías de Gustav Mahler. el mes pasado el Sexto con el futuro chef Klaus Mäkelä, en diciembre el Quinto con el veterano Myung-Whun Chung, en febrero de Cuatro con el mago Teodor Currentzis y la semana pasada Daniel Harding condujo a los músicos a través del Noveno.

Esa sinfonía incluso comienza con un latido del corazón algo irregular y escrutador. Esos primeros tamaños coincidían muy bien con el nuevo trabajo. Mais le corps taché d’ombres (pero su cuerpo manchado de sombra) del joven compositor holandés Rick van Veldhuizen, en el que trozos de sonido parecen anhelar en vano la unificación. Por lo tanto, Van Veldhuizen escribió su pieza como una llamada pieza complementaria de Mahlers. Noveno.

Por tercera vez en cuatro años, el Concertgebouw ha interpretado la última sinfonía completa de Mahler, en la que se reconcilia con la finitud de la existencia y anima al oyente a celebrar la vida por ese mismo motivo. Cada director pone su propio carácter en él. Hace cuatro años, Bernard Haitink lo convirtió en una experiencia mística que conmovió visiblemente incluso a los músicos de la orquesta. Mostró cómo resignarse a la creciente oscuridad de la muerte. Y que esto no tiene por qué ser gran cosa.

Los Mahler Nine de la Concertgebouw Orchestra bajo la dirección de Myung-Whun Chung en 2020:

Balance de una vida turbulenta

Unos dieciocho meses después, en esa oscuridad, algo así como una luz brillante brilló sobre el surcoreano Myung-Whun Chung. Presentó el final silencioso de la Noveno como un vacío en el que algo nuevo puede florecer. Y esa fue también la dirección que tomó la obra de Mahler, como atestiguan los fragmentos que escribió para su obra inacabada. Décima Sinfonía.

Harding se inclinó más hacia Haitink, solo que de una manera menos espiritualizada. Hizo un balance de una vida turbulenta mucho más sobria. Donde presenciaste la batalla con Haitink y Myung-Whun Chung, con Harding, la sensación era que la historia, después de haberse asentado por un tiempo, te llegaba a través de un narrador.

Eso no restó valor a esta gran conferencia, por cierto. El director se tomó el tiempo y la distancia para iluminar bellamente las voces individuales que Mahler ocasionalmente deja escapar de la orquesta. Aunque en ocasiones trabajó con fuertes contrastes de volumen, la Noveno de ahí la intimidad de la música de cámara. Cada nota y soplo era claro e inteligible, en esta música transcurría la vida humana en la que -por pequeño que fuera- nada había sido en vano.



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