La nueva tendencia en la televisión es dar a los VIP mayores como Iva Zanicchi, Orietta Berti y Gino Paoli la oportunidad de expresarse sin frenos, ya sean bromas. "sucio" o anécdotas picantes…


Antonella Baccaro (foto de Carlo Furgeri Gilbert).

OHace algún tiempo, esta columna informó con cierta decepción el fenómeno de las viejas glorias del espectáculo que se prestaron en televisión, y no solo, para interpretar la caricatura de sí mismosobjetivamente con considerable éxito.

En ese momento, un personaje importante, que ha estado trabajando durante años junto a estas estrellas de antaño, me llamó para agradecerme la observación, en la que se reconoció plenamente.

Después de haber acompañado y valorado durante mucho tiempo el éxito de muchas divas locales, también lamentó cómo el deseo de aparecer casi los llevó a ridiculizarse, solo por estar ahí. ¿Dónde estaba su estilo? ¿Dónde, el elegante velo de confidencialidad que debe envolver a los mitos?

Nos despedimos con un suspiro. Desde entonces, siempre gracias a las redes sociales, la situación se ha descontrolado, yendo más allá. Pero la reflexión que me inspira ahora es otra: la vejez era y sigue siendo un tabú en un país como el nuestroen el que el culto a la belleza obliga a las mujeres mayores de cincuenta años a desgarrarse la cara oa desaparecer, o tal vez a ambas cosas.

Pero hay algo en la vejez que cautiva y convence al gran público italianoa su vez muy curtida: la posibilidad de que los mayores den su opinión sin frenos.

Abuelos televisivos exagerados

Y entonces IVA Zanicchi es invitado e incitado a recitar chistes «sucios», Orietta Bertiun columnista reciclado, puede tirar de los competidores de un reality sin límites y gino paoli acaba contando al inmenso público del Festival de Sanremo las peripecias de un colega, del que era custodio.
Y todo el mundo abajo a reír, cuando la hay, o a darle la razón al machete canoso de turno. La vejez como escudo.

Una vista muy triste porque a la incontinencia verbal de las viejas glorias se suma el ya bochornoso espectáculo de insultos y vulgaridades del que están bastante llenos los televisores y las plataformas.

Seré nostálgico, pero a estos abuelos televisivos, así que por encima de todo, preferí los sabios y serenos, tal vez aburridospero tan eficaz para enseñar a las nuevas generaciones el buen gusto y el sentido de los límites.

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