“Debemos estar preparados para el peligro en tiempos de paz, prepararnos para un día lluvioso y estar listos para soportar la gran prueba de fuertes vientos y olas altas”. Las palabras del presidente chino Xi Jinping en el vigésimo congreso del partido aún no son frías cuando se vuelve dolorosamente claro cómo la capacidad de pensamiento estratégico de China supera sin esfuerzo a la de los estados miembros europeos.
El canciller alemán Olaf Scholz vende sin dudarlo una participación del 24,9 por ciento en la terminal de contenedores de Hamburgo a la empresa estatal china Cosco. Al hacerlo, contribuye a las ocho participaciones de China en puertos europeos ya sus intereses geoestratégicos en territorio europeo.
En tiempos de guerra y de chantaje energético ruso, la decisión de Scholz podría verse, en el mejor de los casos, como un acto de miopía y, en el peor, como una grave mala gestión. Eso es también lo que pensaron seis compañeros ministros críticos, el Parlamento alemán, los servicios de inteligencia alemanes e incluso algunos de los empleados del gabinete de Scholz. Hicieron hincapié en la naturaleza vulnerable del tercer puerto más grande de Europa.
Su resistencia cayó en saco roto. El temor de que Cosco buscara lugares competitivos con su considerable cartera, como Amberes o Róterdam, superó el sentido alemán de la realidad. El hecho de que la cuota de ventas se haya reducido del 35 al 24,9 por ciento hace poca diferencia en ese sentido. La ganancia económica a corto plazo tiene prioridad sobre la autosuficiencia y la seguridad.
Dependencia de líderes autoritarios
Aunque este parece ser el lema europeo, el caso tiene un sabor aún más amargo en tiempos de guerra. Mientras Putin abre el grifo del gas para literalmente dejar a la UE al margen, los estados miembros cuelgan su destino de otros líderes autoritarios. El argumento de que China no utilizará sus palancas económicas con fines políticos es obsoleto e ingenuo.
La compra de acciones portuarias es parte de la Nueva Ruta de la Seda de China, un proyecto de infraestructura de proporciones globales y que tiene como objetivo mantener abiertos los mercados de ventas externos y asegurar el suministro de materias primas.
Estas ambiciones ya no se limitan al ámbito económico. China también quiere ver su peso reflejado política y militarmente. Xi también lo dejó claro durante el congreso del partido. Con su presencia en las industrias esenciales de Europa, China inevitablemente está entrando en la toma de decisiones europea. Los embajadores chinos se sienten cada vez menos inhibidos para silenciar las voces políticas críticas.
La canciller alemana haría bien en leer detenidamente el discurso de apertura de Xi. La autosuficiencia y la seguridad son los dos pilares que sustentan el tercer mandato de Xi Jinping. El presidente chino utilizó la palabra seguridad no menos de 89 veces en su discurso.
Mientras tanto, los políticos europeos una vez más están poniendo en riesgo la autosuficiencia y la seguridad de Europa. Es llamativo, ahora que los ciudadanos europeos están experimentando por sí mismos lo que es pagar el alto precio de nuestra dependencia de un régimen autoritario.