Corrie S., de 58 años, de Tilburg, está sometida a un TBS con tratamiento obligatorio por acosar a sus hijas durante años. Así lo decidió el tribunal de Breda.
Debido al comportamiento obsesivo de su madre, las hijas siempre estaban nerviosas y sometidas a mucho estrés. Nunca han podido llevar una vida relajada y han adoptado un mecanismo de supervivencia desde la infancia, razón por la cual ahora tienen problemas, dictaminó el tribunal.
Las hijas de Corrie S. no vieron otra opción que seguir denunciando a su propia madre y exigiendo una orden de alejamiento. Una de las hijas tiene ahora 29 años y contó en la audiencia que no tiene un día de descanso: “Me levanto con esa inquietud y me acuesto con ella”, dijo a los jueces y también a su propia madre. “Esto no es vida, esto es supervivencia”.
Las hijas no han tenido contacto con su madre durante 13,5 años. Después de un divorcio difícil, las hijas decidieron no volver a ver a su madre. “Algo se rompió en 2009”, sabía Corrie.
‘Amor de madre’
Pero Corrie no lo aceptó. Quería contacto, quería cuidar de sus hijas. “Eso es amor maternal”, dijo a los jueces. “Podría ser amigo de ellos y podría ofrecerles mucho”.
Y a pesar de los informes de sus hijas y de sus empleadores y de una orden de restricción, todavía buscaba una oportunidad para hablar con sus hijas de todas las formas posibles.
“Nunca hubo una conversación”, se lamentó Corrie. Por eso, a menudo intentaba mantener una conversación a través de un empleador, a través de Facebook o por correo electrónico. Por ejemplo, Corrie había llamado al trabajo de una de sus hijas docenas de veces y había dejado un mensaje de voz trece veces con todo tipo de historias crudas y detalles sobre su hija y su empleador.
De repente, en otro empleador consiguió que su hija fuera su persona de contacto para un posible trabajo en el sector sanitario. Y mandaba todo tipo de mensajes por el teléfono del trabajo.
Se acercó muchas veces a otra hija a través de Facebook para pedirle un almuerzo o una cita. Además, llamaba frecuentemente al 112 o al 0900 de la policía para pedir atención.
Corrie había sido condenada antes y ahora el sistema de justicia y el tribunal estuvieron de acuerdo. Corrie debe ser tratada y, dado que no comprende su propio comportamiento, este debe convertirse en un tratamiento obligatorio.
Desorden delirante
Un psicólogo y un psiquiatra han llegado a la conclusión de que Corrie tiene un trastorno psicótico grave, es decir, un trastorno delirante grave y continuo que probablemente ha estado presente durante más de diez años.
Este trastorno delirante garantiza que todo en la vida de Corrie esté influido por sus delirios paranoicos sobre su expareja y sus hijos. Restablecer el contacto con sus hijos se ha convertido en su objetivo final, su forma suprema de justicia.
Corrie está convencida de que tiene derecho a tener contacto con sus hijos. Además, es incapaz de empatizar con la otra persona y ver cómo su comportamiento afecta a los demás.
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