El centro multifuncional abrió sus puertas hace dieciocho meses, donde se organizan todo tipo de actividades para conectar el barrio. Ahora hay 100 voluntarios activos. “Buscamos el trabajo que quiere el voluntario”, explica Setz. Un ejemplo es el ‘equipo de cocina’. Todos los jueves por la noche se prepara un menú que atrae a entre treinta y sesenta personas. Hoy es una fuente de horno la que se come la olla. Pero con amuse-bouche, entrante y postre, es una cena muy especial.
La comida conecta. “No solo en el distrito, sino también en la ciudad y la región”, piensa Setz. “Escuché de los ancianos que les gusta venir aquí. Todavía cocinan para sí mismos, pero siempre comen solos. Eso no es necesario ahora”.
La gente paga la cena lo que puede. Si te lo puedes perder pagas un poco más, si no pagas menos. Por ejemplo, Setz puede contratar a un coordinador que se encargue de la cocina con diez voluntarios.
Alrededor de las seis todos pueden comer. Un grupo habitual de un piso cercano festeja. “La comida aquí siempre es fantástica”, se regocija una señora. Su vecina agrega: “Hablamos y nos reímos mucho entre nosotros”.
A principios de julio, otro miembro del jurado de Appeltjes van Oranje vendrá a echar un vistazo. Assen Bloeit es uno de los diez nominados y la única iniciativa de Drenthe. A principios de octubre, se anunciará en el Palacio Noordeinde si gana la iniciativa de Asser. “En nuestras cabezas ya hemos gastado el dinero diez veces”, sueña Setz. “Nos gustaría trabajar en el edificio y sus alrededores. Pero lo mejor es si podemos duplicar esos 25.000 euros con la ayuda de los donantes, para que este edificio y esta iniciativa sigan ahí dentro de veinte años”.