La carrera de Europa hacia la consolidación de la identidad digital continúa. Y 2024 marcó, en este sentido, un punto de inflexión. La entrada en vigor del reglamento eIDAS2 ha trazado un perímetro claro dentro del cual los actores públicos y privados deben moverse de aquí a los próximos años para la transición a billetera de identidad digital. Paralelamente, algunos países -entre ellos Italia, con la billetera informática- han comenzado a estudiar planes de acción para no quedar desprevenidos. De hecho, para 2026, todos los estados de la UE deberán tener al menos una billetera de identidad digital que cumpla con el modelo. de la billetera Eudi.
Pero la renovación no ha enviado al ático las realidades integradas en la práctica diaria. O al menos no todavía. En el contexto de los juicios, se resisten Spid y Cie que, lejos de las hazañas de los primeros años, registran cifras limitadas pero estables. Como confirma el último informe del Observatorio de Identidad Digital del Politécnico de Milán, Identidad digital: ¿espectadores o protagonistas? – que se presentará el 14 de noviembre -, Spid sigue logrando un aumento más o menos constante, neto de una cierta disminución del interés de las empresas.
Los números de Spid
De hecho, si se analizan las identidades activas, las de adultos se sitúan en 38,9 millones y las de menores de 18 años en 33 mil y, en línea con una tasa de crecimiento moderada (+5% de enero a octubre de 2024 contra +9% en 2023), Incluso el número de usos para acceder a servicios digitales no arroja cifras exponenciales: de enero a septiembre fueron 862 millones (una media de 22 por usuario), sólo el 7% en más que el mismo rango temporal en 2023. Una tendencia que, más que a las dificultades encontradas en el proceso de activación por parte de los usuarios, parece ligada a otro motivo.
«Estamos ante una consolidación, que se explica por la consecución de una meseta en cuanto al número de emisiones. Por lo tanto, en lo que respecta a los usuarios, los destinatarios que de momento no cuentan con Spid o aquellos potencialmente implicados para fomentar un aumento están representados por grupos de edad avanzada, que no están familiarizados con la tecnología, o por menores, para quienes faltan servicios útiles para impulsar la difusión del Spid”, explica Giorgia Dragoni, directora del Observatorio. «Sin embargo, la situación cambia si nos fijamos en los servicios. En ese caso, el crecimiento esperado en términos de adopción de Spid por parte de las empresas privadas, elemento clave para garantizar el crecimiento, no se produjo.”
No sólo eso: como aclara Dragoni, también fue la comunicación institucional la que frenó a las empresas. Lo cual, al optar en un momento por centrarse más en la Cie, “desincentivó el deseo de invertir en un sistema con un futuro incierto”. Por ahora los acuerdos con los proveedores siguen activos hasta 2025 y no se descarta la posibilidad de renovación pero todo se está definiendo.