En Sportweek te contamos la larga epopeya de la pista de carreras. Triunfos, invasiones, gobernantes. Y luego dramas, campeones, grandes desafíos. El hipódromo de Monza celebrará mañana su “gran premio del siglo”. Inaugurado el 3 de septiembre de 1922, entre familias reales, expediciones al polo e inmensas multitudes, siempre ha sido uno de los templos de la Fórmula 1
andrea cremonesi
10 de septiembre de 2022 | 00:11
– Milán
Las puertas correderas de la historia. ¿Qué hubiera pasado si las balas de Gaetano Bresci no hubieran alcanzado a Umberto I en la inauguración del campo de gimnasia de Forti e Liberi en la bochornosa tarde del 29 de julio de 1900? Probablemente la Casa de Saboya nunca habría soñado con “desmantelar” la Villa Real, tan querida por el soberano, no solo para salidas de caza, con su parque, y probablemente estos días no estaríamos celebrando los cien años del hipódromo de Monza, que mañana acoge el GP de Fórmula 1. En cambio se dice que Vittorio Emanuele III, siempre que pasaba por estos lares, cerraba las cortinas del tren para que su mirada no cayera sobre el lugar donde había sido asesinado su padre. Leyenda o realidad, la desgracia cerró un capítulo de la vida de la ciudad, que comenzó cuando María Teresa dio la orden a Giuseppe Piermarini, el arquitecto de La Scala, de erigir la residencia de verano para su amado hijo, el archiduque Francesco Ferdinando, gobernante de Milán austríaco. Al hacerlo, creó las condiciones para una nueva historia hecha de velocidad, alegrías y tristezas.