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Antes de convertirse en el mayor centro de transporte de Europa central y oriental, el nuevo aeropuerto de Polonia podría poner a prueba la capacidad de sus políticos enfrentados para mantener el rumbo de un gran proyecto de infraestructura.
A finales de junio, el primer ministro Donald Tusk aprobó el proyecto de construcción del Puerto Central de Comunicaciones (CPK, por sus siglas en polaco), un aeropuerto en el corazón de Polonia, cerca del pueblo de Baranów, junto con una nueva red ferroviaria de alta velocidad que lo conectaría con Varsovia, a 40 km de distancia, así como con Łódź y otras ciudades más distantes. La razón principal para construir el CPK es que el principal aeropuerto Chopin de Varsovia está casi saturado y está demasiado cerca de la capital polaca como para permitir una expansión significativa.
Los promotores del CPK ven otros beneficios, como la transformación de la zona agrícola que lo rodea en una nueva región empresarial. A escala nacional, después de dos décadas en las que Polonia superó el crecimiento de la mayoría de los demás países de la UE, el CPK es “el próximo gran paso en el desarrollo económico polaco”, ya que ofrece al país una plataforma logística de última generación para conectarse con sus principales socios comerciales, afirma Piotr Arak, economista jefe de VeloBank.
Aunque no se haya construido como base militar, el CPK también debería proporcionar a las fuerzas armadas polacas otro lugar desde el que responder a la agresión rusa. “La presencia del CPK es absolutamente crucial como elemento disuasorio”, afirma Rajmund Andrzejczak, ex jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas polacas.
Aún así, el CPK ya ha sido debatido durante más de una década y la coalición de Tusk está dando un giro de 180 grados a un proyecto que denunció durante su exitosa campaña electoral del año pasado, cuando reemplazó al partido de derecha Ley y Justicia (PiS) en el poder.
En su momento, Tusk calificó al CPK de “idea enfermiza” del PiS para promover su agenda ultranacionalista y de malversación de fondos públicos. Tras asumir el cargo en diciembre, una de las primeras decisiones del gobierno de Tusk fue ordenar una auditoría completa del borrador del plan del PiS.
Sin embargo, comprobar las cifras resultó sorprendentemente problemático. Ninguna empresa independiente se presentó a licitación para una auditoría financiera, lo que también significaba entrar en un campo minado político. Esto dejó al gobierno a cargo de su propia revisión.
La administración de Tusk promete ahora construir un aeropuerto un poco más lento pero un poco mejor que el PiS. La capacidad proyectada del aeropuerto se ha reducido a 34 millones de pasajeros al año desde los 40 millones previstos por el PiS, mientras que el presupuesto del CPK se redujo a 131.000 millones de zlotys (30.700 millones de euros) desde los 155.000 millones de zlotys. El aeropuerto debería abrir en 2032, cuatro años después del calendario original del PiS.
Pero, aunque los beneficios del nuevo aeropuerto para Polonia puedan parecer atractivos, todavía hay motivos para preocuparse por su despegue. En primer lugar, el gobierno de Tusk está dudando si conservar el consorcio extranjero que el PiS seleccionó para ayudar a construir el CPK en octubre pasado, que incluye a la constructora francesa Vinci y al Fondo de Infraestructura Global IFM de Australia; la decisión se anunció sólo después de que el PiS perdiera las elecciones frente a la coalición de Tusk. El Ministerio de Infraestructura de Polonia dice ahora que “ambos escenarios –tener un socio extranjero en una empresa de este tipo o ir solos– tienen sus ventajas y sus inconvenientes”.
Desde que se unió a la UE en 2004, Polonia ha construido algunas de las autopistas más modernas de Europa. Sin embargo, su historial de inversión en ferrocarriles y aeropuertos es más irregular. Un gobierno anterior de Tusk compró los trenes rápidos Pendolino de Alstom hace una década. Pero estos trenes siguen viajando por debajo de sus velocidades máximas en la mayor parte de la red porque Polonia ha tenido dificultades desde entonces para modernizar su señalización y su infraestructura ferroviaria.
A unos 100 kilómetros de Varsovia, el aeropuerto de Radom, que está casi inactivo, también ofrece una historia con moraleja. Después de que el aeropuerto de Radom se declarara en quiebra en 2018, el PiS decidió que la construcción de una nueva terminal y una pista de aterrizaje podrían revitalizar el lugar. Se inauguraron el año pasado, pero ahora solo aterrizan entre uno y tres aviones cada día en el reconstruido Radom.
El gobierno espera que el CPK convierta a la aerolínea estatal LOT en un competidor de largo alcance para Lufthansa y Turkish Airlines, que ahora eclipsan a LOT. La aerolínea polaca quiere aumentar su flota de 80 a 100 aviones en 2026, pero el periodista de aviación polaco Dominik Sipinski señala que cuando se inaugure el CPK, el nuevo aeropuerto puede resultar demasiado grande y llegar demasiado tarde para que la aerolínea polaca pueda alcanzar a sus rivales.
Hasta entonces, el PCK tendrá que sobrevivir a la política divisiva de Polonia. Habrá al menos dos elecciones nacionales más antes de 2032, lo que da tiempo a quien esté en el poder para hacer más cambios antes de cortar la cinta inaugural.