Entre guerra, sanciones y proteccionismo, la oferta de combustibles disminuye, pero las subidas récord empiezan a desincentivar el consumo y lo que se llama destrucción de la demanda. Y empieza a bajar los precios
por Sissi Bellomo
La energía cara se ha convertido en una carga tan pesada que desincentiva el consumo. Tras las vertiginosas subidas que han llevado el precio del gas a máximos históricos en Europa y del petróleo a rozar los 140 dólares el barril, cerca del récord de 2008, se multiplican los indicios de lo que los analistas denominan destrucción de la demanda: muchas fábricas se paran, especialmente en el Viejo Continente, en sectores intensivos en energía como la producción de fertilizantes, papel y metales, mientras que más allá…