La despedida de Prodi a su mujer: «Flavia y yo unidos entre el cielo y la tierra»


Estoy aquí para agradecerte. Pido disculpas si tantos no pudieron entrar en la iglesia, pero Flavia hubiera elegido la suya y nuestra parroquia, donde siempre ha rezado conmigo, con Giorgio y Antonio y con sus queridos nietos.
Las autoridades y Don Matteo nos habían ofrecido alternativas quizás más amplias, pero Flavia habría elegido San Giovanni in Monte.

Vi a Flavia sonreírme por última vez en el camino entre Gubbio y Asís, después de dos días de pura felicidad, con algunos de nuestros amigos más queridos. Durante 54 años hemos estado siempre «juntos», en largos momentos de alegría y también en el dolor, en la salud y en la enfermedad, y, como dice también la oración, en todos los días de nuestra vida. A los 54 años de nuestro matrimonio, se suma el recuerdo de los más de dos años de noviazgo: nunca me he arrepentido de haber insistido tanto. Porque entonces compartimos todo: desde nuestra presencia en esta ciudad tan querida, hasta la elección de la Presidencia del IRI, luego hasta la vida política en Roma y Bruselas.

Siempre hablábamos de todo y le pedía un sinfín de consejos. También ayer por la tarde, hablando con Giorgio y Antonio, se me ocurrió espontáneamente decir «le pido a Flavia esto». Sacrificó su carrera por mí, pero no renunció a su estudio continuo, a su profundización continua en el conocimiento del bienestar, con una presencia intelectual discreta y refinada para lograr que las instituciones pudieran cumplir con su tarea de proteger a quienes más lo necesitan. . Fue una apuesta innovadora e intelectualmente vanguardista, llevada adelante con generoso desinterés por la Fundación Zancan, con las instituciones de la ciudad, empezando por su querida IRESS.

Siempre ha estado cerca de mí en mi compromiso político, con un continuo compartir acompañado de una dulce y persuasiva radicalidad, siempre guiada por un profundo conocimiento de los problemas y de los hechos. Le encantaba repetir, con pasión, que por cada laceración hay que curar. Su objetivo era construir una Italia clara y discreta, pero una Italia seria, muy seria. Todo ello acompañado de un profundo sentido religioso, expresado también de manera coherente y discreta.

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Una Flavia entregada a la comunidad, a la ciudad, al estado. Pero también el pilar de nuestra familia. El diálogo continuó con Giorgio y Antonio, conducido con dulzura y severidad: «mamá, eres como un colchón». Una conversación que prosiguió hasta los últimos días con la misma dulzura, aunque con menos severidad, con los queridos nietos.



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