La desesperada tirada de dados de Vladimir Putin


El éxito de las fuerzas ucranianas en recuperar franjas de su país trajo júbilo, seguido de preocupación sobre cómo Vladimir Putin, humillado, presionado y sin opciones, tomaría represalias. La respuesta quedó más clara el miércoles: el presidente ruso movilizará a 300.000 reservistas para apoyar lo que describe como una lucha existencial contra Occidente, e indicó que Rusia intentaría anexar partes de Ucrania a través de falsos referéndums. Explícitamente planteó la posibilidad de un conflicto nuclear.

La declaración de Putin debe tomarse por lo que es: una reescritura cínica de la historia diseñada para obligar a Ucrania y sus patrocinadores occidentales a aceptar las ganancias de Rusia. Su determinación no debería debilitarse ante semejante ruido de sables, que equivale a admitir el enorme error que ha cometido Putin al invadir Ucrania. No puede arreglarlo llamando a los reservistas. Eso no quiere decir que sus amenazas nucleares deban ser descartadas: son serias y, si se manejan mal, corren el riesgo de convertirse en una catástrofe. Un autócrata acorralado y con armas nucleares es peligroso e impredecible, para su propio pueblo, para Ucrania y para el mundo.

Claramente, la movilización socava dos conceptos que hasta ahora han sostenido el apoyo, o al menos la tolerancia, del pueblo ruso. Primero, que se trata de una “operación militar especial” y no de una guerra abierta, nomenclatura en la que el régimen ha insistido so pena de sanción penal. Llamarlo por su verdadero nombre en Rusia arrastra consigo no solo la larga sombra de la Segunda Guerra Mundial, sino también connotaciones de conflictos más recientes y agotadores en Afganistán y Chechenia. No está claro cómo reaccionarán los rusos comunes ahora; hay una razón por la que Putin ha esperado seis meses para ceder a las demandas de movilización de los intransigentes, y todavía se resiste a sus llamados al servicio militar obligatorio completo.

En segundo lugar, llamar a los reservistas pone de relieve lo agotadas y desanimadas que se han vuelto las tropas rusas, incluso cuando, según una creciente montaña de evidencia, torturaron, mutilaron y mataron a civiles. Los ucranianos han logrado repeler a las fuerzas rusas no solo en Kharkiv en el noreste, sino que también amenazan a las del Donbas, cuya «liberación» era uno de los objetivos de guerra originales de Putin.

Sin embargo, la movilización hará poco para reforzar las posiciones rusas a corto plazo. A pesar de los esfuerzos recientes para crear una fuerza de reserva permanente, Rusia no posee unidades de reserva al estilo occidental que puedan insertarse sin problemas en el conflicto, más allá de unos pocos miles que reciben entrenamiento regular. Preparar el resto para la batalla llevará tiempo. También persisten las preguntas sobre el suministro de equipo militar de Rusia debido al efecto de las sanciones.

De preocupación más inmediata son los “referéndums” de Putin en las regiones ocupadas de Ucrania sobre si unirse a Rusia. Joe Biden tiene razón al llamarlos farsas, cuyos resultados son conclusiones inevitables. Es una farsa pensar que se puedan organizar plebiscitos libres y justos en cuestión de días bajo el cañón de una pistola. Más bien, están diseñados para ser un visto bueno de la visión sesgada del mundo que Rusia tiene de sí misma como defensora. Tácticamente, están destinados a detener una contraofensiva ucraniana en lo que Rusia designaría como su propio territorio. El Kremlin se ha reservado durante mucho tiempo el derecho de utilizar todos los medios posibles, incluidas las armas nucleares, para proteger a su país y a su pueblo.

Esto no representa una nueva amenaza nuclear, pero intensifica la retórica. Para los líderes occidentales, muchos de los cuales se están reuniendo en las Naciones Unidas (junto con una China e India cada vez más incómodas), la grandilocuencia de Putin es evidencia de que su estrategia de apoyo y suministros a Ucrania está funcionando. Puede que esto no equivalga a una tirada final de dados por parte de Putin, pero claramente es una tirada desesperada. La respuesta del mundo debe ser tan fría como resuelta.



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