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Roula Khalaf, editora del FT, selecciona sus historias favoritas en este boletín semanal.
Una crítica frecuente a los reguladores del mundo tecnológico es que siempre están librando la última batalla. Los mercados se mueven demasiado rápido como para que las investigaciones antimonopolio y los procesos judiciales, que avanzan lentamente, tengan mucho efecto.
Esa queja está a punto de ponerse a prueba en el mercado de la inteligencia artificial, que ha estado en pleno auge desde el lanzamiento de ChatGPT. La sentencia del tribunal estadounidense que declaró a Google un monopolio ilegal en las búsquedas en Internet apenas tiene una semana de vigencia, pero ya existen similitudes estrechas en la forma en que se desarrolla la competencia en la IA. ¿La sentencia sobre las búsquedas influirá en algo en la forma en que se desarrolla el mercado?
Esta semana, Google presentó su primer asistente de voz con inteligencia artificial, llamado Gemini Live. Diseñado como una interfaz de conversación de sonido natural, los asistentes como este podrían convertirse algún día en la principal forma en que las personas interactúan con los teléfonos inteligentes. En lugar de ir a un motor de búsqueda o abrir una aplicación, solo hay que hablarle al teléfono para encontrar información o hacer cosas.
Gemini Live es el primero en lanzarse, pero OpenAI ya ha demostrado un servicio similar. Dada su importancia potencial, es muy probable que todas las grandes empresas tecnológicas quieran tener uno.
En la próxima batalla por la atención entre estos asistentes de inteligencia artificial, la distribución será clave. Llegar a la mayor audiencia posible debería tener beneficios poderosos que se refuerzan entre sí. Los servicios de inteligencia artificial mejoran cuanto más se utilizan, y aprenden de las indicaciones de los usuarios. Esto refleja el hallazgo central del caso de búsqueda de Google: pagar por una posición privilegiada en muchos teléfonos le dio a Google una ventaja de escala. Una vez que pudo absorber una cantidad masiva de datos de los usuarios, ningún otro motor de búsqueda tuvo la oportunidad.
La competencia en este nuevo mercado no está evolucionando exactamente de la misma manera. Apple decidió no hacer la enorme inversión necesaria para competir en búsquedas, y en su lugar optó por ganar 20.000 millones de dólares al año por convertir a Google en el navegador predeterminado de su navegador Safari. Pero ha tomado un rumbo diferente con la IA. Puede que no tenga un modelo de IA a gran escala propio para competir con Gemini, pero ha puesto la mira en utilizar a Siri como interfaz de voz para el iPhone, canalizando a los usuarios hacia ChatGPT (y eventualmente otros chatbots) para obtener otras respuestas a las consultas impulsadas por IA.
Pero para empresas emergentes como OpenAI, los paralelismos con la evolución del mercado de búsquedas siguen siendo escalofriantes. Google dijo esta semana que integraría Gemini en su sistema operativo móvil Android, lo que podría ponerlo al alcance de alrededor del 70 por ciento de los usuarios de teléfonos inteligentes.
Sus competidores podrían encontrar cierto consuelo en el modo en que las medidas antimonopolio adoptadas contra Microsoft hace dos décadas ayudaron a controlar los instintos competitivos más agresivos de esa empresa.
En aquel entonces, las búsquedas en Internet eran el nuevo mercado y Google, el advenedizo que intentaba hacerse un hueco. Microsoft podría haber utilizado su navegador, Internet Explorer, que entonces era dominante, y su sistema operativo Windows para promocionar su propio servicio de búsqueda, desplazando a Google. Sin embargo, bajo presión tras ser hallada culpable de haber actuado ilegalmente para mantener su monopolio de Windows, se contuvo, dejando espacio para que Google prosperara.
¿Sucederá lo mismo con la IA? ¿Google se lo pensará dos veces antes de utilizar las mismas tácticas que acaban de ser declaradas ilegales en las búsquedas? Sin duda, se convertirá en el centro de atención de una forma que nunca antes había sido, pero existen diferencias importantes.
Estados Unidos, por ejemplo, sólo encontró que Google había mantenido un monopolio ilegal en las búsquedas, no en Android, lo que le dejó más libertad para actuar (aunque la UE presentó una demanda por competencia contra el sistema operativo móvil).
Las decisiones de Google sobre cuán profundamente integrará Gemini en Android y cuánta libertad dará a los fabricantes de teléfonos móviles para integrar otros asistentes de inteligencia artificial serán clave. Esta semanadijo Todos los usuarios de Android podrían ejecutar Gemini como una “capa superpuesta” sobre otras aplicaciones, lo que en esencia aportaría una capa adicional de inteligencia a lo que estuvieran haciendo. Una vez integrado en el sistema operativo, esto podría convertir a Gemini en una parte integral de los teléfonos Android, lo que dificultaría que los asistentes rivales se afianzaran.
La forma en que se resuelva el caso de búsquedas en Estados Unidos contra Google podría tener un papel importante en el resultado. En lugar de limitarse a intentar recuperar la competencia en el mercado de búsquedas, el juez podría intentar evitar que Google domine también mercados más nuevos. Escindir Android y obligar a la empresa a dar a sus rivales acceso a los datos con los que se entrenan sus modelos de inteligencia artificial son dos de las soluciones que están impulsando los críticos de la empresa.
Todavía no se han decidido las soluciones y es inevitable que se presenten apelaciones, pero la batalla legal por el antiguo monopolio de Google aún podría desempeñar un papel importante a la hora de determinar el futuro de la tecnología.