“Se debe respetar la dignidad y los derechos fundamentales de toda persona: educación, trabajo, libertad de expresión, etc. Esto es especialmente cierto para las mujeres, porque son más fácilmente objeto de violencia y abuso. La mujer es el primer material de desecho. No podemos permanecer en silencio ante este flagelo de nuestro tiempo”. Así el Papa. «Las mujeres son utilizadas -subrayó-. Te pagan menos porque eres mujer. Luego si te ven embarazada te quitan el trabajo. Es un método que se usa en las grandes ciudades, por ejemplo con la baja por maternidad». Para el Papa, “es una plaga”. De ahí la invitación: «¡No dejemos sin voz a las mujeres víctimas de abusos, explotación, marginación y presiones indebidas! Expresemos su dolor y denunciemos con fuerza las injusticias a las que son sometidos, muchas veces en contextos que los privan de toda posibilidad de defensa y redención”.
Los diez años del Papa ‘conciliar’
Celebramos estos días los diez años del pontificado de Francisco, elegido al trono papal el 13 de marzo de 2013. Un Papa que ha reiniciado la Iglesia desde el empuje del Concilio Vaticano II, y que ha promovido su “conversión pastoral”. y “misionera”, así como, en los dos últimos años, bajo el signo de la “sinodalidad”. Si se puede rastrear un núcleo central en los diez años del pontificado de Francisco, es en estos impulsos innovadores, que sin embargo encuentran raíces firmes precisamente en el espíritu “conciliar”, sin embargo, todavía no bien digerido, incluso opuesto, por grandes sectores conservadores de el archipiélago eclesial.
radicalismo evangélico
Un espíritu, entre otras cosas, que a juicio de Francisco, remite a la “radicalidad evangélica” y al alma de la “Iglesia de los comienzos”, en todas sus implicaciones: desde el amor al prójimo hasta la sobriedad y el despojo de todo volante y símbolo de poder, desde la “opción preferencial por los pobres” hasta la misión “evangelizadora” a la que está llamado todo bautizado, en ese camino “sinodal” conjunto en el que ya no existen rígidas distinciones entre clérigos y laicos. Hasta la actitud de “misericordia”, que para Francisco constituye la marca de la cristiandad, a la que dedicó un jubileo extraordinario y que en su pontificado se ha convertido incluso en “una forma de acción política y diplomática”.
El anclericalismo de Bergoglio
La otra rata característica que se manifiesta en el Papa actual, casi paradójico para un jefe de la Iglesia universal, es su anticlericalismo, siendo para él el “clericalismo” una “perversión del sacerdocio” y la “rigidez una de las manifestaciones”. “El clericalismo condena, separa, azota, desprecia al pueblo de Dios”, dijo Francisco el 5 de septiembre de 2019 en diálogo con los jesuitas de Mozambique y Madagascar. Y es de ahí, de esta clausura y “autorreferencialidad” que “enferma” a la Iglesia, que la hace sentirse superior e inmune a cualquier juicio, que para Bergoglio se origina cualquier tipo de abuso: desde los del poder hasta los financieros, incluso al inmundo flagelo del abuso sexual infantil