A dos tercios de la final del Mundial ante Inglaterra, Jenni Hermoso respira hondo por la nariz. Desde los once metros, la máxima goleadora histórica de la selección española puede duplicar la ventaja de 1-0 de su equipo. Su talentosa pierna izquierda, con la que tantas acciones escénicas ha realizado, rara vez falta.
Pero ahora lo es.
Poco después, España sigue ganando, para alivio de Hermoso. Puede sumarse a la cola para recibir la felicitación de Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol. Rubiales eufórico le dice que se olvide del penalti fallado, toma su cabeza entre sus dos manos y la besa en la boca.
El beso resulta ser el inicio de una acalorada discusión, que deja al descubierto la división social en España.
Sobre el Autor
Fleur Damen es reportera de de Volkskrant.
Está terminado
“Estaba ocupada editando artículos cuando vi aparecer las imágenes”, dice Nadia Tronchoni, redactora jefe de deportes del diario progresista. El País, al teléfono desde Madrid. “Me tocaron enormemente”.
Tronchoni es uno de los primeros en una pieza publicar sobre el beso. “Qué lástima que un día tan hermoso se vea arruinado por un machismo tan cutre y sin adornos”, escribe en un encendido artículo de opinión, que rápidamente se vuelve viral.
Imágenes del vestuario tras la ceremonia dejan claro que a Hermoso no le sirvió el beso. Ella les grita a sus compañeros jugadores: ‘¡Oigan, no me gustó! ¿Pero que puedo hacer?’. Sin embargo, un día después la asociación de fútbol emitió un comunicado en su nombre: el beso era un “gesto natural” en la fiesta, que no debería valorarse tanto.
El viernes, cinco días después de la entrega de premios, el tono es completamente diferente. Se acabó, Se acabó, tuitea Alexia Putellas, dos veces coronada mejor jugadora del mundo. Rubiales tiene que irse, piensa Putellas, y todo el equipo está de acuerdo.
Hermoso también lo tiene claro: efectivamente el beso no fue deseado, ella se sentía vulnerable y las palabras del comunicado no salieron de ella. Ella exige medidas de gran alcance. Ella también dice: se acabo.
La frase se está convirtiendo rápidamente en un eslogan en las redes sociales, y el equipo masculino de Sevilla salió al campo el pasado fin de semana vistiendo camisetas con el texto. Se trata de algo más que Rubiales. Porque, según las profesionales femeninas, el beso del presidente simboliza todo lo que está mal en la cima del fútbol femenino internacional: el machismo estructural y la falta de respeto hacia las profesionales.
Para los españoles progresistas, el beso es incluso más que fútbol: es un ejemplo de una sociedad irremediablemente anticuada, en la que los hombres pueden hacer lo que quieran.
Activista forzado
En primer lugar, ¿qué pasa con el fútbol femenino? En septiembre del año pasado estalló un conflicto de larga data entre los futbolistas españoles y la asociación. Quince internacionales ya no quieren jugar en la selección nacional mientras el seleccionador nacional Jorge Vilda esté al mando. Según los jugadores, el seleccionador nacional es demasiado controlador: desde hace años, los jugadores tienen que abrir las puertas de sus habitaciones de hotel por la noche para comprobarlo. Además, los métodos de entrenamiento y las instalaciones, incluida la atención médica, no están a la altura para jugar al fútbol al más alto nivel, afirman los profesionales.
El sindicato, liderado por Rubiales, se encoge de hombros ante las críticas. Te gusta o no jugar en la selección, es la reacción. Los jugadores no serán llamados nuevamente a menos que se retracten de sus palabras. Si es necesario, España acudirá al Mundial con jugadores de las categorías inferiores, afirma la asociación.
El conflicto encaja en un patrón: si juegas al fútbol al más alto nivel como mujer y esperas instalaciones dignas, es casi imposible evitar ser activista. Los futbolistas profesionales de otros países también están arriesgando sus carreras internacionales para forzar el cambio.
En 2016, los jugadores de la selección nacional de Estados Unidos presentaron una demanda contra el sindicato para hacer cumplir la igualdad salarial. Un año más tarde, la noruega Ada Hegerberg se convirtió en la primera estrella del fútbol que se negó a jugar en su selección nacional mientras no se le dieran los mismos recursos que a los hombres. Debates similares tuvieron lugar en las selecciones de Francia y Canadá en el período previo a este Mundial.
En ningún otro lugar el descontento fue tan grande este año como en la selección española. Por tanto, la determinación de los quince disidentes es grande. Sólo tres jugadores vuelven a sus críticas y están incluidos en la convocatoria para este Mundial.
Nadie esperaba que el equipo debilitado llegara lejos y mucho menos se convirtiera en campeón con un fútbol combinado llamativo. Pero ya el día de la final ganada, ese tour de force deportivo pasa a un segundo plano. Por ese beso.
Izquierda progresista versus conservadora
A los ojos de Rubiales, la victoria del fútbol femenino español fue principalmente su victoria, comenta el periodista deportivo Tronchoni. “El beso demuestra que Rubiales se sintió un campeón, porque había ganado el enfrentamiento con los jugadores críticos y quienes los apoyaron”.
El beso también hace visible al público en general lo que los jugadores vienen diciendo desde hace tiempo: la asociación no los respeta. “El tiempo nos ha dado la razón”, respondió en una entrevista a Lola Gallardo, una de las jugadoras críticas que seguía desde casa los partidos de la selección española. El País. “Teníamos que llegar a este límite antes de que la gente nos creyera. Eso es lo que más me enoja”.
La FIFA impuso a Rubiales una suspensión de tres meses y la Fiscalía española decidió el lunes abrir una investigación preliminar. Sin embargo, no todos en España consideran problemático el comportamiento de Rubiales, empezando por el propio Rubiales. El viernes pidió disculpas en un discurso ante la asociación de fútbol, pero todavía no. “Fue espontáneo, mutuo, eufórico y consensuado”, dijo en el discurso.
Según Rubiales, se ha desatado contra él una “cacería de brujas” por parte del “falso feminismo” y los medios de comunicación, con el objetivo de un “asesinato social” contra él y la seleccionadora nacional Vilda. Sus palabras contaron con un fuerte aplauso del salón lleno de dirigentes del fútbol.
Ese apoyo no sorprende, dice el periodista deportivo Tronchoni, porque las asociaciones regionales dependen de Rubiales. “Si tienes una mala relación con el presidente nacional, obtienes menos dinero”.
Además, dice Tronchoni, los peces gordos del fútbol comparten puntos de vista con Rubiales. “En su discurso, Rubiales dijo: no vemos el problema aquí dentro del sindicato. Porque en su mundo, formado casi exclusivamente por hombres no demasiado jóvenes, esto todavía es posible.’
Dicotomía en la sociedad.
El gabinete provisional del PSOE socialdemócrata y el populista de extrema izquierda Unidas Podemos están del lado de los futbolistas. Si no despiden al sindicato Rubiales, lo hará el gabinete, amenazó el ministro de Cultura y Deportes, Miquel Iceta (PSOE).
En el otro extremo del espectro están las reacciones de políticos conservadores como Isabel Ayuso, la inmensamente popular presidenta regional de Madrid. Ayuso guardó silencio durante días, y cuando llegó su respuesta el domingo, optó por atacar a la prensa: “Qué interesante que la prensa internacional escriba sobre el comportamiento inadecuado de Rubiales, pero nadie condena el boicot a la carrera ciclista por parte de la catalana”. movimiento independentista…. Vivimos en una completa manipulación”.
Las acaloradas reacciones ilustran las contradicciones sociales en España en cuanto a las relaciones entre hombres y mujeres. Casi medio siglo después del fin de la dictadura fascista católica del general Franco, el país está a la vanguardia de la legislación progresista. España se sitúa constantemente entre los diez primeros –sólo un punto por detrás de Países Bajos– en el ranking internacional de aceptación y protección jurídica de las personas LGBTI, y desde este año se ha convertido en el primer país europeo en consagrar legalmente el permiso menstrual. El movimiento feminista es fuerte y temas como la gestación subrogada, la diferencia salarial y el acoso callejero acaban en la agenda parlamentaria casi todas las semanas.
Al mismo tiempo, no todo el mundo puede y está dispuesto a aceptar el rápido cambio de las normas sociales. Un gran grupo de españoles, en su mayoría mayores, religiosos y monárquicos, no está dispuesto a cambiar de opinión y piensa, al igual que Rubiales y el sindicato, que la España izquierdista y feminista está yendo demasiado lejos.
El debate social sobre estos temas es feroz, y eso también se aplica al caso Rubiales. La madre de Rubiales se encerró este lunes en una iglesia de Motril, en el sur de España, para frenar con una huelga de hambre la supuesta caza de brujas contra su hijo.
Numero 10
Una auténtica número 10, una regateadora talentosa, bípeda, con un disparo que hace brillar los ojos a muchos futboleros: así es Jenni Hermoso. Pero cualquiera que escuche el nombre de Hermoso pensará en el futuro principalmente en Rubiales.
“Como un hombre no puede comportarse durante una celebración, no se habla de los futbolistas y de sus éxitos deportivos”, concluye El País-El periodista Tronchoni quedó decepcionado. Sin embargo, Tronchoni extrae una lección positiva del caso Rubiales. ‘Hace diez años, ningún gallo habría cantado ante este comportamiento. Ahora hay consecuencias, gracias al poder de las mujeres y el feminismo. Eso también forma parte del éxito de este equipo”.