Según el Ministerio Público (OM), un hombre de 57 años de Koekange es culpable de cultivar mil plantas de cáñamo en su cobertizo. Pero el hombre mismo lo niega: “Nunca he visto una planta de cáñamo en mi vida”, dijo. El Ministerio Fiscal cree que se le debería dar una orden de servicio a la comunidad de 180 horas y un mes de prisión por cultivo de cannabis y robo de luz.
La granja de cannabis salió a la luz en marzo del año pasado debido a los cortes de luz en la zona. Las mediciones arrojaron que la causa fue una posible granja de cannabis en el domicilio del sospechoso. Luego, los oficiales miraron más de cerca y escucharon un ventilador zumbando en la parte trasera del cobertizo. Un fuerte olor a cáñamo se olía en el granero.
Se acababan de cosechar mil plantas de cáñamo en el techo del granero. El dueño del granero estaba asombrado, le dijo al juez. No tenía idea de la presencia de la granja de cannabis. Se encontró con un caos enorme. Eso no se acordó con el inquilino. Alquiló esa parte a alguien que montó un negocio de limpieza de autos. Los años cincuenta entraban regularmente en el granero. Nunca había olido nada, y mucho menos oído nada.
El contrato de alquiler estaba en regla y se habían verificado los datos de identidad del inquilino. Pero luego resultó que nada de eso era cierto. Para su horror, la electricidad también fue interceptada ilegalmente. Para poder hacer eso, la persona tenía que poder entrar a la casa. El inquilino tenía una llave. “Desvió la luz mientras estábamos de vacaciones”, le dijo el hombre al juez. El vivero también debió ser carpintero en esa época. Porque él tampoco había oído hablar de eso.
El fiscal no creyó la historia del Koekanger. “Es un lugar ilógico para una empresa de limpieza de automóviles, arriba en el granero”. También pensó que era extraño que el sospechoso nunca hubiera olido nada. Los oficiales casi se caen por el olor a cáñamo cuando entraron al cobertizo. Encontró evidencia de que al menos se había hecho una cosecha. Quiere recuperar el beneficio, una cantidad de más de 122.500 euros.
El abogado de Koekanger pidió la absolución. Según ella, era seguro que el Koekanger no sabía nada. La policía tenía muy poca capacidad para perseguir al verdadero ladrón, a saber, el arrendatario en su Caddy negro. La sospecha ha trastornado por completo la vida de Koekanger. Y el hombre siempre había tenido eso en orden hasta ahora.
El tribunal fallará en dos semanas.