El argelino gana el título olímpico, disputando dos rondas sólidas y una ronda de gestión. Nada que hacer por el actual campeón del mundo
Fue el oro de la conciencia para Imane Khelif, que ganó las tres rondas de la final de boxeo femenino, categoría de 66 kg, contra la china Yang, vigente campeona del mundo. Pero ni siquiera ella pudo hacer nada en un partido disputado con mucha atención por la argelina, que no cometió prácticamente ningún error. Yang comienza la primera ronda con una actitud más agresiva, tiene mucha más movilidad y pretende desgastar a su rival y consigue gestionar los intentos de la argelina en defensa aprovechando la gran movilidad de su pecho. Sin embargo, en la segunda parte del primer asalto Khelif traspasó la guardia rival al colocar dos tiros muy fuertes que le valieron el 5-0. Al inicio del segundo asalto, el argelino vuelve a marcar con un zurdazo muy violento en la cara. Los golpes más ligeros de la china, que lanza un par de ganchos, no cambian el impulso del partido.
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Ya respaldado por los dos veredictos favorables, Khelif se opone a un tercer reinicio de la gestión. Mantiene la guardia baja y recorre toda la plaza pareciendo realmente provocativa, marca con un derechazo e hipoteca efectivamente la medalla más preciada, que los jueces le otorgan por unanimidad. Un epílogo definitivamente merecido para lo visto en el ring, a pesar de la polémica que caracterizó el periplo olímpico tras la retirada de Angela Carini en octavos de final.