Después de más de mil días, el centrocampista ofensivo vuelve a marcar goles vistiendo la camiseta del Waalwijk. Cuando llegó a Italia, traído por Mino Raiola, era uno de los mejores jóvenes de Holanda, pero luego…
La de Mohamed Ihattaren es la historia de un niño de cristal, en su corazón y en su cabeza, en constante lucha consigo mismo. Un centrocampista ofensivo con un talento desbordante aprisionado dentro de quién sabe qué barrotes, retenido por quién sabe qué fantasmas. Si buscas su nombre en Google encontrarás de todo: casos de violencia doméstica, fugas, desapariciones, discusiones, equipos que ya no lo encuentran y tiran la toalla. Hablamos de todo menos de sus hazañas en el campo. Hasta ahora sigue siendo un gran ‘qué pasaría si’, pero aún le quedan 22 años y mucho tiempo para cambiar su historia. Ayudado por una clase extraordinaria. De hecho, quienes le vieron jugar de niño en Holanda aseguran que era de otro planeta. Dominante, incluso menor de edad. Hasta el punto de que Mino Raiola lo toma bajo su protección.
VOLVER A LA META
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Mientras tanto, empecemos con las novedades. Ihatteren volvió anoche a marcar goles en la Eredivisie. Sólo tiene 22 años, pero parece haber vivido ya cinco o seis vidas. Hacía más de mil días que no marcaba en la máxima categoría holandesa. Más de tres años. En el medio hubo dos centrales con las categorías inferiores del Ajax y muy poco más. Tímidos destellos de luz en medio de estaciones regidas por la oscuridad. Waalwijk, un equipo de primera división que lucha por no descender y necesita desesperadamente su talento, le devolvió la confianza. Contra el Heerenveen asumió la responsabilidad de ejecutar el penalti del empate cuando se acababa el tiempo y lo logró con frialdad. En cambio, cuando las cosas estaban en sus manos, nunca fue un problema.
La muerte de su padre, depresión y despedida del PSV
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En esta historia hay un punto de ruptura que marca un claro antes y después. Es decir, la muerte de su padre, que falleció a causa de un tumor repentino en 2019. Mohammed tenía 17 años. Un parteaguas en su vida futbolística y no futbolística. También porque el padre, se dice, actuaba como pegamento en la familia, sujetando todas las piezas con mano firme. Tras su fallecimiento, todo se vino abajo.
Los próximos años de Ihattaren son una cascada que siguió fluyendo inexorablemente hacia abajo. El calvario del centrocampista continúa tras el confinamiento. En ese momento Ihattaren era la estrella del PSV y era considerado la estrella en ascenso del fútbol holandés. Pero se pierde. Al regresar a la cancha de la pandemia se presenta con algunos kilos de más y se somete al coaching camp. De hecho, en el PSV Schmidt es un sargento de hierro, poco proclive a los que tienden a descarrilarse. No hace falta decir que no se caen bien. El PSV tira la toalla, tras otro problema más, el centésimo truco. Suficiente. Y luego lo venden a la Juve por menos de 2 millones de euros. Una suma insignificante dado su talento y potencial, pero que ya podía hacerte entender lo mal que se estaba poniendo la situación.
La llegada a Italia. “¿Ihattaren quién?”
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La Juve lo acepta, pero desde el principio no convence. En los últimos días de agosto de 2021, los bianconeri decidieron cederlo a la Sampdoria. Se siente como un nuevo comienzo. Más bien es el principio del fin. En un mes pasamos de su “Samp es el lugar ideal para crecer” a “Ihattaren ha desaparecido”, pronunciado por el entonces director deportivo Faggiano. ¿Cómo desapareció? Sí, no se puede encontrar. No contesta el celular, amigos y familiares se encogen de hombros, como diciendo ‘qué puedes hacer’, nadie sabe nada. Entonces llegan las primeras informaciones, confusas y de todo tipo: está en Holanda para estar cerca de su madre, se ha escapado, quiere jubilarse, está deprimido. Evidentemente los Blucerchiati también lo descargan. Entonces, en enero liquida el préstamo y pide que lo envíen a Holanda. La Juve le satisface y el Ajax parece el contexto ideal para reencontrarse. En cambio, continúa cayendo.
Intenta volver a estar en forma, pero no hay química con Ten Hag, de hecho al cabo de un par de meses llega el golpe final: “el que no corre, nunca jugará conmigo”. Mohammed se arroja aún más abajo. Juega unos instantes con Jong Ajax (el juvenil) y también pica, nos muestra destellos de ese jugador que fue y que nadie desde el punto de vista del talento se ha atrevido jamás a discutir. El problema siempre ha sido todo lo demás. En su caso, la fragilidad y los problemas siempre han vencido fácilmente a su clase. Terminando por oscurecerlo. Mucha gente intentó ayudarlo, desde Raiola hasta Sneijder. De hecho, incluso Wes se rindió después de intentarlo. “Estuvo serio durante dos días y luego empezó a hacer lo suyo otra vez. He terminado.” Juicio. Compartido por todos, lamentablemente. Luego, en los meses siguientes, se sabía cada vez menos sobre Ihattaren como futbolista, mientras que muy a menudo acababa en portada por asuntos fuera del campo. Acusaciones de violencia doméstica, de amenazas a su empresa. Historias poco claras y muy tristes, que nada tienen que ver con el fútbol pero que fotografían todo el infierno vivido por un chico de veinte años en las últimas tres temporadas. Quién sabe si el partido contra el Heerenveen es una señal de que por fin volverá la paz.
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