Ed y Riet Limburg vinieron especialmente desde Beverwijk para hacer una apuesta. “Nos gusta y estamos jubilados”, dice Ed. “Es nuestro hobby”, dice Riet. El matrimonio recorre desde hace 30 años diversas carreras de trote de la provincia. “Aunque hiciera mal tiempo, habríamos venido”. A Riet le gustan los juegos de azar, pero también le gustan los caballos. Para Ed, el juego hace que la experiencia sea muy especial: “De lo contrario, sólo estarás mirando algo muerto”.
El evento se celebra por número 150, a pesar de que la asociación existe desde hace 151 años. “En aquella época había guerra, había corona y, a veces, en un año se producían eventos de doble trote”, explica el presidente Robert Kuiper. La previsión meteorológica pintaba mal para esta edición. Pero aunque la preparación se desarrolló bajo una lluvia torrencial, el cielo se abrió justo antes del partido. “Si llueve mucho, se podría cancelar”, afirmó el presidente.
“Es emocionante”, dice Hetty Bos. “¿Funciona o no? ¿Se pincha una rueda o no?”. Ella solía tener caballos, pero los abandonó más adelante. “Mi marido tenía ponis Shetland, pero no van tan rápido”. Proviene de Haarlemmermeer y visita a menudo carreras en Holanda del Norte y del Sur. Sabe mucho de caballos, pero hoy las apuestas no van tan bien. “A los caballos les va bien, pero mis apuestas, como siempre, un poco menos”, se ríe.