El Papa Francisco vendrá a nuestro país el próximo año. ¿Le esperarán escenas de estrellas de rock, como la visita papal de Juan Pablo II en 1985, con cientos de miles de fieles agitando y cantando girasoles e incluso un sencillo en las listas de éxitos? ¿O será más bien como 1995, cuando el Papa hizo una visita repentina bajo la lluvia -con un año de retraso, entonces- para apenas 30.000 personas?
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