Appingedam es ahora un poco más verde gracias a un grupo de residentes. Transforman un campo árido en un futuro paraíso vegetal. “Aquí hay un centro histórico muy bonito, pero podría ser un poco más verde.”
“¡Ya veo el primer insecto!”, grita Jan Langelaar (67). Una abeja anida en un montón de piedras que se instaló esta mañana en el nuevo jardín entre Solwerderstraat 22 y 24 en Appingedam. La jardinera ecológica Janneke Aué, que diseñó el jardín, mira con aprobación. “A las abejas silvestres les gusta meterse en el suelo. Un montón de piedras es un lugar cálido para refugiarse.”
Langelaar y sus vecinos trabajan desde hace varias horas para convertir un antiguo césped en la ladera en un lugar rico en plantas. Bajo el efecto tonificante del cálido sol otoñal, trasplantan una planta tras otra. Mejor para la biodiversidad.
‘Muy laborioso, pero nos gusta’
“Esto solía ser un campo de caca para perros. Pronto se convertirá en un hermoso jardín verde con mucha biodiversidad”, dice la residente local Hanneke Smienk (74 años), que también ayuda a plantar el jardín. Señala con entusiasmo a Aué, que ha elegido la selección de plantas. “Hay varias plantas y flores que florecen durante todo el año. Habrá una planta trepadora en esa pared, la enredadera de Virginia. Pronto estará completamente verde. Y en el jardín se ha dejado deliberadamente un espacio vacío, ¿verdad, Janneke? Para las abejas”.
Los residentes también mantendrán el jardín. “Muy laboriosa, especialmente el deshierbe en el primer año. Pero nos gusta”, afirma Langelaar. “Hoy en día se habla mucho de biodiversidad, pero también hay que hacer algo. Solo empieza.”
Smienk está de acuerdo: “Appingedam tiene un centro histórico muy bonito, pero podría ser un poco más verde”.
‘Sin ella esto no habría sucedido’
Destaca a quién le debe todo esto el barrio: a su vecina Greetje Veldt, que no pudo estar presente en la construcción del jardín. Hace tres años la vio colocar plantas cerca del espejo del árbol (el trozo de tierra alrededor del tronco de un árbol) en Köstersgang. Ella comenzó a ayudar con entusiasmo.
Así nació el plan para reverdecer todo el barrio. “Ella es el alma y el cerebro de esta iniciativa vecinal. Sin ella esto no habría sucedido”, afirma Smienk.
Fundación con planes verdes
Los dos escribieron una carta al municipio y lograron involucrar a una veintena de vecinos en sus ideas. Gracias al director regional Konnie Kamp del municipio, recibieron una cantidad de 10.000 euros para convertir el campo en un jardín. “El municipio ha sido muy cooperativo”.
Pero los planes no terminan ahí. Se debería crear una fundación para recaudar aún más dinero. También existen planes ecológicos para Het Gouden Pand, Köstersgang, Pottebakkersgang y el resto de Solwerderstraat. “Espero que cada vez más personas contribuyan a que Appingedam sea más ecológico a nivel local”, sueña Smienk en voz alta.