Ampliación, fondos comunitarios, flexibilidad: en todos estos puntos la UE “de un gigante burocrático debe convertirse en un gigante político”. Giorgia Meloni está en Bruselas camino de un Consejo Europeo crucial para todo el continente y su aliado ucraniano, con una certeza: el camino para Italia será cuesta arriba en los principales expedientes. Empezando por el muy delicado del presupuesto común, donde Roma pide más recursos para la migración y la competitividad pero hasta ahora se ha topado con un muro infranqueable: el de la frugalidad. Y si hay un choque, será también por el Pacto de Estabilidad, con los equipos en el campo casi idénticos: de un lado los países del Mediterráneo, del otro el Frente Norte.
Los dos frentes opuestos
«¿Un veto italiano? No descarto ninguna opción”, advirtió la primera ministra en su comunicación al Senado. Inmediatamente después, Meloni y los ministros se presentaron en el Quirinal para el almuerzo que precedió a las cumbres europeas. El Presidente de la República, Sergio Mattarella, no dejó de abordar las principales cuestiones que esperan al Gobierno en Bruselas, incluida la del Pacto de Estabilidad. Un punto sobre el que, hasta donde sabemos, el Jefe de Estado ha puesto de relieve la necesidad de la concienciación y el consenso de todos. Básicamente, se necesita sentido común y razonabilidad. No es seguro que el Pacto de Estabilidad se debata en el propio Consejo Europeo, sino más bien en reuniones paralelas. La próxima semana, probablemente por videollamada, se espera un nuevo Ecofin extraordinario mientras la cumbre de los 27 nació ya plagada de conflictos: desde el de los 26 con Hungría sobre la adhesión de Ucrania, hasta el de los países frugales y el Países mediterráneos sobre la implementación de más fondos comunes en el capítulo de migración e innovación industrial. En ambos puntos Italia no dejará de expresar su opinión.
Una “señal clara” a Bosnia
La ampliación ya se discutió en la cumbre UE-Balcanes Occidentales que precedió el miércoles por la tarde a la cumbre propiamente dicha. En los últimos días, Italia ha pedido que se dé una “señal clara” a Bosnia. Para Roma no basta con escribir en las conclusiones que la UE está “lista” para iniciar negociaciones con Sarajevo. Esas negociaciones deben abrirse, subrayando al mismo tiempo ciertas condicionalidades que Bosnia tendrá que respetar de aquí a la siguiente etapa del procedimiento de adhesión, la aprobación del marco de negociación. “Hay que evitar un enfoque contable, aplicándolo sólo a algunos países”, explicaron fuentes diplomáticas. No todos en la UE están de acuerdo. De hecho, en algunas cancillerías europeas incluso se especula sobre la posición italiana al plantear una pregunta: ¿Italia está preparando un veto a Hungría vinculándola a la adhesión de Bosnia, como ha planteado Viena? Para el gobierno, nada podría estar más lejos de la verdad. Meloni no se opondrá ni a la ampliación para incluir a Ucrania ni a nuevos fondos para Kiev. Y la primera ministra lo reiteró también en una conversación telefónica con Volodymyr Zelensky, a quien aseguró “el apoyo italiano en todos los ámbitos”. El frente frugal, con Holanda a la cabeza, quiere ver las cosas con claridad. “Estamos esperando que Roma nos diga en la cumbre que su apoyo a la adhesión de Kiev es inequívoco”, explicó una fuente diplomática del Frente Norte.
Apoyo a Kiev, a los inmigrantes y a las empresas
El choque está a la vuelta de la esquina. También porque, en lo que respecta al presupuesto europeo, el clima no es el mejor. Un acuerdo a los 27 se considera una utopía; el párrafo de las conclusiones que habla del marco financiero plurianual está efectivamente en blanco. De los 66 mil millones adicionales propuestos por la Comisión pasamos a los 22,5 mil millones de la mediación llevada a cabo por Charles Michel, que puso sobre la mesa un complejo plan de redistribución de recursos. Las prioridades siguen siendo las mismas: apoyo a Kiev, a los inmigrantes y a las empresas. La parte de 50 mil millones para Ucrania podría salvarse del veto húngaro separándola de la revisión presupuestaria 2021-27 y creando una ayuda macrofinanciera adicional, que en cualquier caso no pasa por los líderes europeos. Los otros dos capítulos, sin embargo, corren el riesgo de quedarse sin migajas. Pero frente al Muro Norte, Italia -junto con otros países, como Francia- hará oír su voz. Pidiendo, alternativamente, más flexibilidad en las reglas de gobernanza económica y un porcentaje del 100% de los fondos de la UE en la cofinanciación de la cohesión. También porque el mantra de Meloni desde hace tiempo es que la misma flexibilidad que Bruselas ha demostrado con las ayudas estatales debería aplicarse también a los fondos comunitarios y de cohesión. Ayudas estatales que, según recordaron fuentes gubernamentales, en realidad sólo apoyaban a un país que podía permitírselas: Alemania.