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El lunes, los israelíes conmemoraron el primer aniversario del mortal ataque de Hamás del 7 de octubre, que desató una guerra devastadora en Gaza que se ha convertido en un conflicto en múltiples frentes y amenaza con desestabilizar toda la región.
En el año transcurrido desde entonces, los combates se han extendido por todo el Medio Oriente, con las fuerzas israelíes intercambiando disparos con militantes en Yemen, Siria e Irak, lanzando una feroz campaña de bombardeos y una ofensiva terrestre en el Líbano y al borde de un conflicto más amplio con Irán.
Las ceremonias en el sur de Israel comenzaron a las 06.29 horas, la misma hora en que Hamás lanzó su ataque sorpresa el año pasado. El presidente israelí, Isaac Herzog, depositó una ofrenda floral en el lugar del festival de música Nova en Re’im, uno de los centros del ataque del grupo militante.
Dos minutos después de la ceremonia, Hamás disparó cuatro cohetes contra Israel desde Gaza. Los cohetes fueron interceptados pero enviaron a los participantes de la vigilia en Kfar Aza, uno de los kibutzim atacados por Hamás el año pasado, a refugios.
El lunes se llevarán a cabo otras vigilias y eventos en todo el país.
El ataque de Hamás del 7 de octubre fue el día más mortífero para los judíos desde el Holocausto: sus militantes mataron a 1.200 personas, según funcionarios israelíes, y tomaron como rehenes a otras 250.
Más de 100 personas siguen detenidas en Gaza, aunque funcionarios israelíes han dicho que no se cree que todas estén vivas.
En respuesta, Israel lanzó un ataque masivo contra Gaza, que mató a casi 42.000 personas, según funcionarios palestinos, desplazó a la mayoría de sus 2,3 millones de habitantes y alimentó una catástrofe humanitaria en el enclave.
Israel ha intensificado sus operaciones en el enclave en los últimos días. El domingo lanzó una ofensiva en el barrio de Jabalia, en el norte de Gaza, marcando un regreso a una zona donde su ejército ha llevado a cabo varias operaciones importantes a lo largo de la guerra.
En las últimas semanas, Israel ha centrado cada vez más sus fuerzas en su frontera con el Líbano, donde ha estado intercambiando disparos con Hezbolá desde que el grupo militante comenzó a lanzar cohetes contra Israel en apoyo a Hamás en octubre pasado.
La semana pasada, Israel inició una ofensiva terrestre contra Hezbollah, luego de una devastadora campaña de bombardeos que diezmó la cadena de mando del grupo (incluido el asesinato de su líder Hassan Nasrallah), dejó más de 1.000 muertos y cientos de miles de desplazados.
Durante la noche, las fuerzas israelíes bombardearon más objetivos en Beirut, luego de una ronda de ataques el domingo que, según los datos de Acled, que ha estado mapeando los ataques, fue la noche más intensa en la campaña aérea de dos semanas de Israel.
Mientras tanto, los paramédicos israelíes dijeron que habían atendido a 10 personas por heridas y ansiedad después de que cohetes lanzados desde el Líbano impactaran en Haifa y Tiberias el domingo por la noche.
La espiral de hostilidades también ha atraído a Irán, que la semana pasada lanzó 180 misiles balísticos contra Israel en un bombardeo que, según dijo, era una respuesta al asesinato de Nasrallah y al asesinato del líder político de Hamas, Ismail Haniyeh, en Teherán en julio.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha prometido represalias por el bombardeo, y el ministro de defensa del país, Yoav Gallant, dijo el domingo que la respuesta vendría «en la forma que elijamos, en el momento y lugar que elijamos».