Irritación, incomodidad, desconfianza: incluso Rutte no puede hacer que esta disputa se desvanezca.

El primer ministro Mark Rutte habló y habló. No se perdió un truco retórico. Pero la oposición no quedó convencida: no se puede enderezar lo torcido.

Después de todo, la unidad ‘sagrada’ de la política del gabinete se ha roto, un líder de partido tras otro, Rutte,cuando Hoekstra sugirió la semana pasada ampliar el plazo de nitrógeno si fuera necesario.



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