Inzaghi tiene un Inter de dos caras: y hoy habla con el equipo para hacer un cambio


Ayer análisis con la plantilla, hoy el técnico en conversación con sus hombres. Buscando un cambio en la gestión del partido y en la defensa, incluyendo errores individuales y descuidos excesivos

Periodista

29 de octubre – 09:16 – MILÁN

Los datos de partida están en el análisis del día siguiente, que Simone Inzaghi realizó ayer por la mañana en Appiano con su equipo. No hay conversaciones con el equipo post-Juventus, las habrá hoy con mucho análisis de vídeo, justo en vísperas del viaje a Empoli. Y el técnico, volviendo con la mente despejada al 4-4 de San Siro, supo separar la enorme decepción de la remontada sufrida de una actuación global del equipo que no le decepcionó, porque después de haber construido todas esas ocasiones de gol ante una defensa Que hasta hace dos días en el campeonato sólo había encajado un gol de penalti no puede dejar de tener valor. Y por eso, piensa el técnico, también hay un poco de aleatoriedad en el sorteo final.

los nodos

Dicho esto, lo que Inzaghi le dará hoy al equipo no serán mimos. Porque hay material que trabajar, rincones que limar, aspectos que mejorar, certezas que reencontrar. Quién sabe, en realidad incluso algo de seguridad que… perder. Una, sobre todo, la primera: el Inter suele ser demasiado… optimista. Casi se podría decir que es presuntuoso, demasiado apegado -inconscientemente, por supuesto- a la segunda estrella. Al fin y al cabo, Inzaghi lo repite desde el primer día de retirada: hay que olvidar lo hecho la temporada pasada, empezamos de cero, los puntos y las diferencias del último campeonato ya no cuentan. ¿Cómo se traslada este aspecto al campo? Con una fase defensiva deslucida. Hay una cosa que impresiona: no sólo los 13 goles encajados, sino los que marcó Sommer en los últimos diez minutos del partido, que son seis. No puede ser una cuestión física, al menos los datos que obran en poder de la plantilla de Inzaghi hasta el momento no lo dicen. Más bien, es un número que exige atención y concentración. Y luego están los errores individuales. Los de Bisseck y Dumfries, frente a Yildiz. Los de De Vrij, así como los del propio Sommer. La falta de malicia al inicio de las acciones del oponente, con lecturas demasiado suaves: la falta táctica ya no es una regla seguida con asiduidad. Y, por último, las marcas preventivas que también mencionó Sommer en la entrevista concedida a la Gazzetta hace diez días: no es falta de conocimiento, sino falta de atención.

Con los amarillos…

Luego hay un aspecto que pone en duda la gestión del entrenador. ¿Es realmente tan intocable la regla amarilla? La sustitución de un jugador amonestado, aunque útil para evitar una tarjeta roja, ¿no corre a veces el riesgo de ser perjudicial si el jugador en cuestión está haciendo una buena actuación? Inzaghi casi siempre parece tomar el primer camino. En este caso específico, sin embargo, Pavard nunca sufrió como lo hizo Bisseck una vez que entró al terreno de juego. Es cierto que no tenía delante a Yildiz, el francés. Pero también tiene tanta experiencia a su lado (estamos hablando de un campeón del mundo en 2018) que le permite soportar incluso el peso de una tarjeta amarilla durante una parte del partido.

la gestion

El otro aspecto que le falta al Inter es la falta de gestión de los partidos. Es un paso casi sin precedentes, al menos para el equipo de hace un año. Contra la Juventus, Barella y sus compañeros buscaron obsesivamente el 5-2, pero al hacerlo se expusieron demasiado a los contraataques de la Juventus. En este sentido, fueron cruciales las ausencias de Calhanoglu y del propio Asllani, así como la salida del campo de Zielinski por estar muy cansado: estaban fuera tres de los mejores armadores, es decir, los que habrían podido frenar la acción, en lugar de yendo continuamente a 100 mph. Pero en general no es la primera vez que sucede. Contra el Génova en la primera jornada, la primera señal. Luego con Monza, más aún con Milán. El derbi fue esclarecedor: aquella noche el Inter no entendía que el partido estaba cambiando, cuanto más minutos pasaban más corría el riesgo de perderlo. Y efectivamente esto es lo que pasó. El Inter el domingo, tras ganar 4-3, no cambió de actitud. No se trata de distorsionarse, sino de ser realista, apegado al juego. Aquí es donde Inzaghi quiere intervenir. El +4 del Nápoles no es una diferencia insalvable, dentro de dos semanas está previsto un choque directo en Milán. Aquí, el último nudo. Hace un año el Inter ganó todos los partidos de altura, excepto el empate en Turín con la Juve. Este año, nos encontramos ante una derrota y un empate doloroso. 4-4 duele. Pero si a todos les duele, no significa que sea una mala señal.





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