Desde la decepción en el derbi hasta el partido fuera de casa en Udine, el técnico pidió una reacción. Siempre habrá rotación: no hay plaza garantizada
No, Simone Inzaghi no piensa como Checco Zalone. El trabajo permanente es un desastre, no una oportunidad. Es un riesgo, sí y la facturación no. Y sí, el año pasado en el Inter, de hecho, a muchos se les garantizó un puesto permanente. A casi todo el mundo, se podría decir, releyendo los resultados de los 38 partidos del campeonato. Pero ahora es otra historia. Porque el Inter ya no prefiere una competición sobre otra. Y porque el derbi perdido contra el Milan movió algo, dejó residuos. Así, el mensaje enviado al equipo fue el siguiente, reiterado a lo largo de esta semana: las jerarquías no existen, todos deben sentirse interpelados. El técnico se mostró muy decepcionado con el planteamiento del equipo tanto en la primera como en la segunda parte. El cansancio no es una coartada válida, teniendo en cuenta que cinco de cada diez jugadores han sido cambiados del Manchester al Milán. Es correcto exigir una reacción inmediata. Incluso a costa de cambiar algo en las elecciones.
la mezcla
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Ya no puedes equivocarte: este concepto también está muy claro en la cabeza de los jugadores, trasladado por el técnico tras la derrota ante el Milán. Además, Inzaghi también lo dejó claro públicamente: “Tenemos pocos puntos, tenemos que cambiar de marcha”, afirmó el domingo por la tarde. Para ello, a partir de ahora será correcto mezclar la necesidad de recuperar psicológicamente a algunos jugadores -Lautaro sobre todo, por ejemplo- con la de dar espacio a aquellos que realmente se encuentran en mejores condiciones físicas y mentales. Y entonces no será imposible ver a Thuram, Mkhitaryan o Pavard, tres pilares de la segunda estrella, en el banquillo en el campeonato. El Inter tenía al inicio de esta temporada una ventaja que ya ha desperdiciado: la de empezar con una estructura de equipo definida. Paradójicamente, casi resultó ser un boomerang. Y ahora, de aquí al mes que viene, de aquí al choque directo con la Juventus a finales de octubre, el cambio de marcha -para utilizar las palabras de Inzaghi- es obligatorio para no perder terreno respecto a sus rivales. Udinese, Estrella Roja y Torino forman un trío resbaladizo, al que el Inter debe saber regatear bien.
encrucijada
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A partir de mañana quedará claro si el derbi fue, paradójicamente, una oportunidad para hacer un cambio. Pero hay un hecho que no se puede ignorar. Casi todos los equipos que han iniciado un ciclo ganador han cambiado algo entre una temporada y la siguiente. Difícilmente han seguido siendo los mismos que ellos mismos. Bueno, el Inter también debe ir más allá de este aspecto. Debe renovarse, sin distorsionarse. Por eso es necesaria la inclusión de Taremi y Zielinski, por eso las rotaciones se convierten en una oportunidad. El partido de mañana en Udine ya es una encrucijada, esta es la verdad. Debido a que el equipo de Inzaghi aún no ha ganado ningún partido fuera de casa, hasta ahora sólo empata. Porque en la liga hay una tendencia muy peligrosa a sufrir goles y este aspecto no puede dejar de poner en duda la concentración. Y de nuevo: hay que rescatar el derbi, también para responder públicamente al… campeonato. Y por último, la clasificación. El Napoli, por poner un ejemplo, tiene por delante cuatro partidos en los que potencialmente puede llenar, mientras que el Inter debe gestionar el partido fuera de casa contra la Roma y el choque directo con la Juventus en el mismo período de tiempo. Aquí Udine se convierte en un examen que hay que gestionar y aprobar de la mejor manera posible. Inzaghi necesita la mejor versión posible de su Inter. Incluso a costa de encontrar una versión inédita. Incluso a costa de olvidar por completo la segunda estrella. El Inter se reinicia para volver a ganar. Es un poco como cuando el ordenador falla y llamas al técnico, el primer consejo es siempre el mismo: “Apágalo y vuelve a encenderlo”. Sí, Inzaghi quiere reavivar el Inter.
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