Los recientes aguaceros han supuesto un gran reto para los municipios de nuestra provincia. Necesitamos deshacernos rápidamente de una gran cantidad de agua de lluvia, pero también debemos poder guardarla para los períodos secos que a menudo siguen. Esto es bastante contradictorio y resulta no ser tan simple.
El martes por la noche, un aguacero provocó la inundación de una zona residencial en Rijen. El agua llegó hasta las puertas de entrada. El municipio de Gilze en Rijen ya está trabajando en la renovación del sistema de alcantarillado, para alivio de los vecinos. Creen que sin estos ajustes el agua habría llegado a sus casas.
A principios de este mes también ocurrió en Breda. El sistema de alcantarillado no pudo hacer frente a la lluvia, lo que provocó muchos problemas. Los municipios se dan cuenta de que el clima está cambiando y las lluvias son cada vez más intensas. Por eso mejoran las alcantarillas, pero eso lleva mucho tiempo.
Tuberías más grandes y rápidas
Según Michelle van Vliet, profesora de calidad del agua y sistemas hídricos sostenibles, es importante adaptar las alcantarillas, por ejemplo utilizando tuberías más anchas. De esta manera se puede recoger más agua en las horas punta.
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El municipio de Bernheze opta por un enfoque diferente. Están instalando nuevas tuberías que separan el agua de lluvia y las aguas residuales. El agua de lluvia limpia va a zanjas y wadis (estanques especiales que permiten que el agua se infiltre en el suelo), mientras que el agua sucia va a una planta depuradora. Esto reduce la presión sobre el alcantarillado y garantiza un destino útil para el agua de lluvia.
¿Pero es eso suficiente?
Van Vliet cree que es un buen paso. “El agua subterránea sigue siendo la mayor reserva de agua y debemos asegurarnos de que el agua de lluvia termine allí y no en el alcantarillado, porque entonces también nos será útil durante los períodos secos”. También advierte que en verano podemos esperar lluvias intensas y más frecuentes. “Esto es difícil, porque entonces a menudo estamos preparados para la sequía. Tuberías más grandes y, por ejemplo, wadis o depósitos subterráneos de agua de lluvia pueden ser una solución”, afirma.
Pero hay un problema, porque adaptar o ampliar las alcantarillas requiere mucho tiempo. “Un alcantarillado dura una media de ochenta años y sólo cuando el tubo está desgastado lo reformamos”, explica un portavoz del municipio de Bernheze. “Si en unos pocos años lo reconvirtiéramos todo, los gastos de alcantarillado serían inasequibles para los residentes”, añade.
El trabajo de todos
Van Vliet destaca que los municipios desempeñan un papel importante a la hora de abordar estos problemas. Algunos municipios de Brabante ya están tomando medidas. Helmond ofrece, por ejemplo, una subvención para los tejados verdes, porque el musgo de los tejados ayuda a retener el agua durante más tiempo. Geldrop-Mierlo quiere absorber las lluvias en nuevos sótanos subterráneos y estanques de almacenamiento, mientras que Den Bosch y Tilburg invierten en la construcción de wadis.
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Van Vliet también indica que las personas pueden hacer algo por sí mismas, como quitar las baldosas del jardín o comprar un barril de lluvia. “Al final, quizás la cuestión más importante sea cómo conseguir que la sociedad trabaje en esto”, afirma. Si todo esto es suficiente quedará claro durante el próximo aguacero.