Instrucciones para pasar tu primera Navidad Grinch


Antonella Baccaro (foto de Carlo Furgeri Gilbert).

CHemos llenado nuestro calendario de fiestas ficticias: fiestas de abuelos, fiestas de solteros, Halloween y otras comodidades. Muchas compras y poca sustancia. Y ahora que mil luces intermitentes brillan a nuestro alrededor, tenemos claro que la única celebración que resiste en el tiempo, con toda su carga simbólica, es una celebración real y cae el 25 de diciembre..

Un momento mágico pero no para todos. De adulto entendí que pasar de ser alguien que ama la Navidad a estar entre los que la odian es cuestión de un momento.

Al fin y al cabo, estamos hablando de un estado de ánimo que debe ser capaz de resistir el impacto de un ritual complejo que, en un determinado momento de la vida, puede dejar de pertenecernos. A pesar de nosotros mismos.

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Por eso, si en esta columna los solteros siempre han tenido una especial caricia para superar este período tradicionalmente difícil, este año nuestro pensamiento también se dirige a aquellos que, por primera vez, han cruzado al otro lado.

A quien este año siente una punzada en el corazón al acercarse la fecha fatídica, y no se trata de alegría. A los que no habéis sacado de los armarios los adornos navideños acumulados en las buenas épocas. A los que el año pasado, ya a mediados de agosto, ya habían pensado, confeccionado y envuelto todos los regalos. A aquellos que ya no tienen el corazón para rebuscar entre las recetas de su abuela, día y noche, para producir algunas delicias que ofrecer en la mesa.

A aquellos que siempre han soñado con chimeneas, calcetines y paquetes sin envolver, pero ahora no pueden ni imaginarlos.. A los que siempre os habéis comprado un gorro de Papá Noel o una pinza para el pelo con orejas de reno para lucirse abriendo de par en par esa puerta que mañana seguirá cerrada. A aquellos que han dejado de masacrar setos de bayas y romero para colocar marcadores de posición inverosímiles.. Para aquellos que tienen toda la colección de canciones navideñas (¡incluso Wham!) pero no saben qué hacer con ellas.

A todos los que en estas horas tenéis el alma colgando de un arrepentimiento, de un remordimiento, de un recuerdo, os deseo, más aún, una Feliz Navidad.. El camino no es irreversible, queridos Grinches. La vida todavía puede sorprenderte. Así que no tires nada. O mejor dicho, tira todo menos tu corazón de niño.. Para volver a disfrutar de la magia de la Navidad, ya verás, un día no necesitarás nada más. Mis mejores deseos sinceros.

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