El próximo viernes se celebrará en Bruselas una reunión del grupo de trabajo sobre Schengen -ya prevista desde hace algún tiempo- y en este contexto algunos Estados miembros fronterizos con Alemania -aunque el tema no está formalmente en el orden del día- esperan “más información” de Berlín sobre la introducción de controles fronterizos. “Por lo que a nosotros respecta – explica a Ansa una fuente diplomática – estamos esperando esta reunión antes de evaluar cualquier otra posible iniciativa”. El primer ministro polaco, Donald Tusk, calificó ayer de “inaceptable” la medida adoptada por Berlín y prometió “coordinación” con los países afectados por la medida. “Por ahora – señala el diplomático de un país vecino – no hemos sido contactados.” El formato prevé la llegada de funcionarios de las 27 capitales.
El riesgo del efecto dominó
Primero el seco “nein” de Viena, luego la rebelión de Varsovia. En el medio, el bochorno de Bruselas. La decisión de Berlín de ampliar los controles en las fronteras interiores a partir del 16 de septiembre, durante al menos seis meses, ha desencadenado un efecto dominó que está sacudiendo el espacio Schengen, uno de los símbolos clave de una Europa unida y sin fronteras. Y mientras vuelan los trapos entre el Gobierno y la oposición en Alemania, la Comisión Europea ha advertido (delicadamente) a la coalición liderada por Olaf Scholf: los controles deben ser “proporcionados” y adoptarse como “último recurso”. La tan esperada cumbre en la capital alemana sobre la política de asilo, convocada por el Gobierno y los Länder, comenzó con la participación de la oposición CDU – anunciada sólo por la mañana – y acabó en nada. Los democristianos, liderados por Fredrich Merz, finalmente se retiraron, calificando de “insuficientes” las propuestas de la mayoría representada por la ministra del Interior, Nancy Faeser. “El gobierno está dividido” entre sus diferentes almas “e incapaz de decidir medidas concretas”, tronó Merz, abandonando las conversaciones y hablando de una verdadera “capitulación” de la mayoría. Berlín, por su parte, había puesto sobre la mesa un plan para acelerar los procedimientos de asilo en la frontera, con el objetivo de aumentar los rechazos. No es suficiente para la CDU, que aspira a rechazos inmediatos y no a soluciones a medias.
Ataques islamistas
Sin embargo, las reacciones a la línea del gobierno adoptada tras los ataques islamistas del mes pasado – y bajo la presión de las hazañas del AfD en la antigua RDA – provienen principalmente del otro lado de la frontera. “Es una acción inaceptable desde el punto de vista polaco”, atacó a Varsovia, sumando su voz a la de Viena, que inmediatamente cerró la puerta a la posibilidad de acoger a nuevos inmigrantes. “En las próximas horas pediremos a otros países afectados por estas decisiones de Berlín que consulten urgentemente cómo actuar dentro de la UE”, advirtió el primer ministro polaco, Donald Tusk, enviando también un mensaje a Bruselas y al equipo de Ursula von der Leyen, que Ahora camina sobre brasas. De hecho, Alemania ha informado de controles con los nueve países vecinos de la UE, pero el Código Schengen establece normas muy estrictas sobre las limitaciones de uno de los valores clave de la UE. Como suele ocurrir en Europa, todo es cuestión de detalles.
Los límites esperados
El código Schengen distingue entre amenazas “previstas” e “imprevistas” y según lo que notifique un país se abren diferentes caminos, con controles que pueden durar desde un mínimo de 30 días hasta un máximo de seis meses. Sin embargo, en algunas circunstancias puede ampliarse hasta dos años. Y ese parece ser el camino seguido por Berlín ya que, según una fuente de un país vecino, Alemania ha notificado los controles – según normativa – con una duración mínima de seis meses. Scholz, después de la masacre de Solingen, también había prometido que los controles fronterizos se mantendrían “durante el mayor tiempo posible”.
El empuje de la ultraderecha holandesa
Un plan, sin embargo, que choca frontalmente con el alma de Schengen, que concibe las medidas fronterizas sólo como “medidas de emergencia”. «Estamos hablando con todos los países sobre el expediente Schengen», reiteró la Comisión, recordando que la proporcionalidad «debe evaluarse sobre la base de los hechos sobre el terreno». El hecho es que Schengen ha sido suspendido hasta la fecha unas 400 veces a nivel comunitario, con una tendencia en constante aumento. El hecho de que el 22 de septiembre se celebren elecciones en Brandeburgo no es evidentemente una coincidencia (la cuestión de la migración está resultando cada vez más explosiva, políticamente hablando). De hecho, también hay quienes se alegran. El líder de la ultraderecha holandesa Geert Wilders, por ejemplo. ¿Quién quiere ahora introducir controles en las fronteras interiores de los Países Bajos para frenar la inmigración irregular? «Si Alemania puede hacerlo, ¿por qué nosotros no? En lo que a mí respecta, cuanto antes, mejor”.