Hasta hace poco, Marlou de Groot, de Muntendam, de 33 años, tenía que vender a sus hijas no como estándar cuando volvieron a preguntar si podían practicar deportes. “Mi hijo mayor de ocho años tenía muchas ganas de jugar al fútbol y el de seis años quería hacer yoga. Escucharon de compañeros de clase que jugaban hockey, judo, gimnasia o fútbol y por supuesto que querían. Siempre tenía que decir: no, tienes que sacarte el diploma de natación. Eso fue porque no tenía dinero para otros deportes”.