Infinite All Blacks: una Irlanda extraordinaria domada. Es la semifinal con los Pumas

Partido inolvidable en París. Los neozelandeses durante 20 minutos en 14 se encuentran y con las fuerzas que les quedan cierran un partido maravilloso. La maldición de los cuartos de final continúa para los irlandeses, derrotados tras 17 victorias consecutivas y nuevamente eliminados en cuartos de final

Se suponía que iba a ser una final anticipada, y así fue: los All Blacks vuelven a jugar como All Blacks y ganan 28-24 a pesar de 20 minutos en 14 jugadores debido a las tarjetas amarillas para Smith y Taylor. Irlanda no rompe la maldición de los cuartos de final, interrumpe la racha de 17 victorias consecutivas y además cede el trono de la máxima categoría a Nueva Zelanda (por una noche, luego se lo jugarán Francia y Sudáfrica) en un partido que no han desfigurado en lugar de cualquier final de las ediciones anteriores del Mundial. La actuación de un sorprendente Jordie Barrett fue decisiva, al igual que las 21 entradas del capitán Sam Cane, criticado y decisivo esta noche. Los All Blacks tendrán el turno de Argentina.

El mensaje del «8»

Además, del Haka quedó claro que se trataba de un partido fuera de lo común: durante la ejecución los irlandeses se alinearon en un «8», como en 2016 en Chicago, cuando derrotaron por primera vez a los All Blacks, y honraron al recuerdo de Antony Foley, ex número 8 irlandés fallecido poco antes.

A un ritmo loco

Los All Blacks empiezan a toda velocidad: el primer asalto dura 6 minutos y 30 fases, pero al final los neozelandeses tienen que «conformarse» con 3 puntos con Mo’unga. En el minuto 14, Jordie Barrett puso el 6-0 con un misil desde el centro del campo, pero fue en el minuto 19 cuando el ritmo loco de los All Blacks permitió el primer intento: Beauden Barrett chutó para sí y atravesó la defensa irlandesa, tomando un tiro loco. entrada de Lowe pero logra poner el balón nuevamente disponible. Fainga’Anuku recibe por la izquierda, intercambia con Rieko Ioane y pone el 13-0 con conversión de Mo’Unga. Irlanda cambia de guión y el segundo tiro de su partido lo envía entre los postes con Sexton, luego Bundee Aki se vuelve loco, haciéndose cargo del equipo en el momento más difícil, evitando 4 entradas y marcando el gol del 13-10. Nueva Zelanda tarda un poco en absorber el golpe, luego, a la media hora, acelera y ataca de nuevo: los delanteros hacen la mayor parte del trabajo, Jordie Barrett e Ioane rematan y Savea remata para 18-10. Los All Blacks parecen tener el control, pero Aaron Smith comete un gran error en el minuto 36: un avance voluntario le cuesta una tarjeta amarilla y, con ese hombre extra, Irlanda sigue adelante. Gibson Park elige el momento adecuado para separarse del mazo que avanza, envía a Jordan a los terrenos con una finta y anota. Sexton convierte y la primera mitad termina con los All Blacks adelante 18-17.

Una época de entretenimiento y locura.

Al inicio de la segunda parte Irlanda todavía tenía 6 minutos disponibles con el hombre de más, pero no los aprovechó. Una vez recuperado Smith, los All Blacks vuelven a acelerar y con un disparo de Mo’Unga envían a Will Jordan a la portería. Sexton falla una patada fácil, un caso más singular que raro, pero luego, en el minuto 64, Irlanda reabre el partido: Whitelock falla un saque de banda, un maul irlandés desbordado, Codie Taylor lo derrumba irregularmente y Barnes concede el try técnico, 7 automático. puntos y amarilla para el hooker neozelandés. El protagonista de la final es Jordie Barrett, quien primero anota la patada para poner el 28-24, luego salva una mitad ya hecha sosteniendo a Kelleher en alto tras otro maul irlandés desbordado. El final es increíble: Irlanda juega 35 fases en el campo neozelandés, avanza, se acerca cada vez más a la portería, pero en el minuto 83 Sam Whitelock consigue el balón que se clasifica para la semifinal. Termina 28-24, entre las lágrimas de los irlandeses y la alegría de los All Blacks, que vuelven -al menos por una noche- a ser los más fuertes del mundo.



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