Después de dos porterías a cero seguidas (Nápoles y Rennes) que habían ilusionado, la fase defensiva rossoneri volvió a experimentar las dificultades habituales. El Diablo es la undécima retaguardia del torneo, abismo entre los goles marcados como local y visitante: 7 y 24
Todo ya visto varias veces, para bien o para mal. Esta vez es malo. En el último año y medio, el Milan de Pioli ha tenido la capacidad de levantarse aunque parecía definitivamente caído, pero al mismo tiempo ha sabido caer de nuevo en los errores habituales que le hacen volver a hundirse. Y así, si Nápoles y Rennes hubieran proporcionado un tipo de consuelo que hacía mucho faltaba -dos sábanas limpias seguidos -, engañando a todos sobre la nueva fortaleza defensiva, el póquer de Monza arrasó con las buenas sensaciones. El equipo de Brianza, con el atizador puesto sobre la espalda del Diablo, marcó sólo un gol menos en un solo partido respecto a los cinco marcados en las nueve jornadas anteriores. Los datos son sensacionales y la sirena de alarma de Milanello vuelve a sonar con fuerza.
transiciones peligrosas
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Pioli no eludió sus responsabilidades. Después del partido todos se desquitaron con él, también porque en el caso de la elección que recayó en Thiaw como titular, fueron evidentes. El técnico explicó entonces que no le había “expuesto, estaba bien y podía jugar desde el principio”. Sentirse bien en el sentido de estar sano, seguro que sí, menos si tenemos en cuenta el largo parón del que procedía. Un óxido obviamente comprensible, completamente visible y perceptible durante el penalti – con dos faltas seguidas – pero también durante el doblete de Brianza. En realidad, en el segundo y tercer gol, más que en las faltas individuales, surgieron las dificultades generales de la fase defensiva del Milan, partiendo de la vieja costumbre de no poder desactivar las transiciones del rival. El efecto más evidente de una protección inadecuada en la portería es que los goles marcados sean inútiles. El Milan tiene el segundo ataque del campeonato – Giroud nada cada semana en la piscina Cocoon, Loftus-Cheek tiene promedio como delantero, Pulisic ha vuelto al fútbol -, pero la undécima defensa del torneo es un lastre que anula la ‘ Excelente producción ofensiva. Es el famoso concepto del que Pioli ya ha hablado varias veces, el de poder marcar más goles que el adversario en un equipo más proclive a atacar que a defender. Y luego sigue habiendo un abismo entre los goles marcados en casa y fuera: 7 en Meazza (12 partidos), incluso 24 fuera de Milán (13 partidos). Sólo Cagliari (25 goles), Sassuolo (29) y Frosinone (30) lo hacen peor. Un hecho que no hace honor a un equipo que tiene la segunda plaza en el punto de mira.