Indemnizaciones por accidentes de tráfico: porque sin fotos los testimonios valen menos

La Corte intervino en el espinoso tema de la indemnización por daños causados ​​por accidentes de tránsito, rastreando la dirección de un apretón sobre el falso testimonio. Así es cómo

Andrea Tartaglia

@
andrea_tarta

11 de noviembre

– Milán

El falso testimonio es una plaga que pesa sobre el sector asegurador y, en consecuencia, sobre el bolsillo de cualquier persona que tenga un seguro de coche o moto. Hablamos de la mala costumbre de contratar testigos complacientes dispuestos a confirmar una dinámica diferente a la real de un accidente o de inventar de la nada un accidente que nunca ocurrió. El fin es demasiado simple: cobrar indemnizaciones indebidas, que acaban en ese margen de riesgo que las compañías reparten en todas las pólizas. Sin embargo, algo está cambiando, también gracias a la tecnología. El Tribunal Supremo se ha ocupado de la cuestión subrayando el rigor con el que debe tratarse el asunto, en particular la necesidad de probar con precisión los hechos y excluyendo que sea el juez quien tenga que llenar los vacíos de reconstrucciones insuficientes y pretensiones de indemnización fundadas en demasiadas generalidades.

Sin nuevos testigos

La indemnización por daños causados ​​por accidentes de tráfico es un tema que se debate tanto en los tribunales como en el Parlamento. El punto clave es reforzar el fraude sin negar el derecho de los verdaderamente perjudicados a ser indemnizados. En 2017 se introdujo el inciso 3 bis en el artículo 135 del Código de Seguros, que obliga a la identificación de los testigos antes del inicio de la causa, para evitar el riesgo de introducir textos una vez iniciado el proceso para sustentar falsas reconstrucciones. Una regla que en realidad no ha encontrado gran aplicación.

Sin foto, el testigo vale menos

Más recientemente fue el Tribunal Supremo el que intervino en la cuestión, con el auto 28924 de 5 de octubre de 2022 y con la sentencia contextual 28622/2022. De hecho, ambos debilitan el papel de los testigos si no se sustentan en pruebas fotográficas, destacando además cómo, en la era de los smartphones y la cultura de la imagen, no es normal que un accidente no sea fotografiado por los implicados para documentar los daños. Un elemento nuevo, que ciertamente no puede convertirse en regla ya que hay que admitir la posibilidad de que nadie haya tomado fotografías sin que ello signifique necesariamente que no hubo daño. Sin embargo, y esto es un hecho, la Corte da a entender que en ausencia de prueba fotográfica la palabra del testigo vale menos.





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