Gort al otro lado de la frontera, el secreto de la douce Francia a veces recuerda El show de Truman. La película en la que un niño, magníficamente interpretado por Jim Carrey, crece en un mundo de fantasía. Están todo americano El paraíso en los suburbios resulta ser el escenario de un reality show de televisión, donde Truman descubre lentamente que su existencia perfecta se basa en una mentira por el bien de los índices de audiencia.
Con las desenfadadas aventuras francesas de Gort, semanalmente los miércoles en NPO 2, me pregunto: ¿los productores le están diciendo que su versión de la dulce Francia tampoco existe?
Baguette y alpinopet
En su descapotable, el conocedor de vinos Ilja Gort conduce a través de campos de uva en pendiente iluminados por el sol, disfruta de un bocado de queso con los granjeros que viven en áreas montañosas remotas del viento puro, tres vacas y ocho ovejas. Bebe una buena copa.
Los aldeanos, con baguette bajo el brazo, saludan amistosamente cuando pasa con su boina y su bigote rizado. Y sólo tiene que hablar con alguien antes de que la mesa bajo los plátanos esté puesta para una comida de la región.
Los franceses suelen ser mucho más espontáneos y hospitalarios en Gort de lo que yo, que no desconozco su país, los he experimentado nunca. Podría ser el encanto de Gort. O el diseño del programa, que apenas muestra los lados rebeldes de Francia: suburbios de cemento, polígonos industriales de plástico, tiendas de pueblo lánguidas o muertas, campos de girasoles marchitos.
Gort muestra la Francia turística donde los inmigrantes y los jóvenes con raíces norteafricanas son escasos y las tensiones de los tiempos modernos son inexistentes. De esta forma, el programa establece una conexión nostálgica, un tanto incómoda, con el espectador.
Gort no está solo: también el popular Canciones del dúo Van Nieuwkerk y Kemps, la banlieue parisina no fue precisamente arrasada.
Mujeres fuertes
Sin embargo, una visión limitada de Francia no excluye un programa entretenido y (ligeramente) informativo. Las andanzas de Gort le llevaron este miércoles al País Vasco, donde acudió en busca de ‘mujeres fuertes’. Ellos llevan la batuta en la díscola región montañosa, en la aparente ausencia de los hombres que (todavía) arriesgan sus vidas en alta mar en sus barcos de pesca en el traicionero Golfo de Vizcaya para ganarse la vida.
Gort conoció a mujeres robustas que ejercitaban sus músculos con una roca de 50 kilos como preparación para una competencia tradicional de levantamiento de pesas. “Mujeres con cojones”, las llamó, una broma corregida por sus descontentos interlocutores: “Músculos, no cojones”.
Gort visitó a tres hermanas que, respectivamente, traían doscientas ovejas a los pastos de la montaña todos los días, hacían queso con su leche y lo vendían. Vio en lo alto de los Pirineos “caballos salvajes” (con cascabeles al cuello) muy descendientes del prehistórico caballo del alba.
Le quemó la boca (así dice) con pimienta de Jamaica vasca y la apagó con un vino tinto fuerte. Fue divertido relajarse. No puedo entrevistar. Y sin embargo se hace querer, el sobrino lejano de Monsieur Hulot.