Ibra se despide: "Es hora de decir adiós al fútbol"

Zlatan habló tras el partido en medio de la emoción general: “Me hiciste sentir como en casa, seré hincha del Milán de por vida. Nos vemos, si tienes suerte…”

“Adiós”. Y abajo en lágrimas, conmovido. Zlatan saluda al Milán sin jugar y la Curva Sud de Milán le rinde homenaje con una pancarta. Dice “Adiós”, un juego de palabras dedicado al ídolo de todos los tiempos, bicampeón de Italia con la camiseta rossoneri y líder especial. Así se abría el Milán-Verona, con la cara conmovida de Zlatan junto al banquillo del primer equipo, en esos sofás desde los que nunca dejó de animar a sus padres durante los largos meses de parón. Ibra, una vez encuadrado en la gran pantalla, imitó con sus manos un corazón, dirigido a sus fans. Todos en el estadio están llorando y él se ríe al principio. Luego hasta sus ojos se vuelven brillantes, rojos, húmedos, llenos de lágrimas sinceras, y luego hasta Ibrahimovic el tipo duro, el chico de Rosengard, el fanfarrón del gueto que canta, baila, llora y se retira a San Siro. Su Rossoneri “The Last Dance” está todo en una frase que atraviesa el adiós y se convierte inmediatamente en despedida. Adiós a la pelota. “Ha llegado el momento de decir adiós al fútbol”. Y así aparece de repente, tras meses y meses de declaraciones en las que Zlatan había enseñado con orgullo el pecho diciendo “quiero seguir”.

El ultimo baile

Traje oscuro, coleta, camisa con el último botón abierto, toda la familia en la grada y setenta mil hinchas milanistas todos para él. Su esposa Helena, encuadrada varias veces en la pantalla grande, llora profusamente, al igual que sus hijos. La ceremonia de Zlatan comienza después de la victoria por 3-1 contra Verona, con una alfombra roja extendida hacia el centro del campo y los jugadores a su alrededor. Ibra recibe aplausos y abrazos, los últimos con Pioli, Maldini, Massara y el presidente Scaroni, que le entregan una camiseta con el número 11 firmada por todo el equipo. Todo sobre las notas de “Ahora somos libres”, la banda sonora de Gladiador. Luego se va: “En esta etapa me atan muchos recuerdos, muchas emociones. Quiero agradecer a toda mi familia ya los que han sido pacientes conmigo. Y luego digo gracias a mi segunda familia, los jugadores y los fanáticos, desde el fondo de mi corazón. Me hiciste sentir como en casa”. La última frase es para todo el mundo rossoneri: “Seré hincha del Milan de por vida. Ahora ha llegado el momento de decir ‘hola’ al fútbol, ​​pero no a ti. Nos vemos, si tienes suerte”. Y luego remar para llevarse los aplausos durante la vuelta al campo de saludo. Bailando, cantando, moviéndose, esta vez sobre las notas de “The best” de Tina Turner. El día de Ibra es un festival de amor y pasión. Incluso los gigantes lloran de corazón.



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