Los misiles rusos están cayendo sobre Ucrania, los civiles en Kiev y otras ciudades amenazan con morir congelados este invierno como resultado de una guerra criminal. Sin embargo, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, está bloqueando la ayuda de la Unión Europea a Ucrania porque quiere forzar el pago de fondos europeos a su régimen. Con esto, Orbán, autoproclamado paladín de los valores cristianos, llega a un nuevo punto bajo moral, incluso para conceptos húngaros que ya están bastante estirados.
La Comisión Europea quiere congelar miles de millones en dinero de la UE para Hungría porque el país no cumple suficientemente con el estado de derecho. En la cumbre europea del verano de 2020, se acordó una ‘prueba del estado de derecho’: el desembolso de dinero europeo dependería del cumplimiento del estado de derecho. En noviembre, la Comisión concluyó que Hungría seguía fallando en este aspecto.
Desafortunadamente, los ministros de finanzas europeos decidieron regatear con Hungría nuevamente en las últimas semanas. Le dieron tiempo extra a Orbán, como un profesor holgazán que le da espacio a su alumno más atrevido, a pesar de que tantas veces ha advertido por última vez.
El caso es tan importante porque toca el corazón mismo de la UE. En una unión de 27 Estados miembros, puede haber grandes diferencias culturales, económicas y políticas, pero los Estados miembros deben suscribir en cualquier caso los valores democráticos de la UE. Sólo así podrá la Unión mantener su cohesión interna en la lucha global entre democracia y autoritarismo.
Desgraciadamente, el caso de Hungría demuestra una vez más lo difícil que es actuar contra líderes autoritarios que debilitan desde dentro la comunidad europea de valores. Una vez resuelto, Hungría amenaza con mantener a la Unión como rehén con vetos en asuntos no relacionados con sus disputas con la UE. La abolición del derecho de veto es un asunto complicado, pero es importante pensar en una mejor toma de decisiones dentro de la UE, especialmente con vistas a una posible ampliación a largo plazo para incluir a los países de los Balcanes Occidentales, Moldavia y Ucrania. Por razones geopolíticas, es importante traer a estos países a la UE, pero Europa debe tener un garrote detrás de la puerta si inesperadamente se desarrollan en una dirección antidemocrática. En ese caso, la UE debe tener el poder de hacerlos entrar en razón o, en casos extremos, expulsarlos de la Unión.
Por el bien de su propia fuerza y credibilidad, la UE no puede sucumbir al chantaje de Viktor Orbán, que está arrastrando a los demás estados miembros a un juego inaceptable de fanfarronear con Ucrania. En el pasado, Orbán siempre ha demostrado ser el mejor faroleador. Pero ahora es el momento de poner las cartas sobre la mesa. Si Orbán se mantiene firme, perderá miles de millones, mientras que la economía húngara está en mal estado. En ese caso, los otros 26 estados miembros deberán brindar asistencia a Ucrania por separado, fuera del presupuesto de la UE. Eso es más difícil, pero no imposible.
Este desenlace sería lamentable, pero basta con Viktor Orbán. En el primer gran conflicto sobre la prueba del estado de derecho, la UE no debe ceder si quiere mantener su integridad.
El Volkskrant Commentaar expresa la posición del periódico. Surge después de una discusión entre los comentaristas y los editores en jefe.