hombre rojizo

Tengo una cita con el poeta de la ciudad. Cuando entro en el restaurante, él ya está en una conversación animada con una señora en una mesa contigua. Ella le había tocado y le preguntó si no era el poeta de la ciudad. A mí: «¿Y qué haces?» Respondo: “Estoy jugando al alcalde aquí”. La señora: “Tengo otra vez. Recientemente me encontré con un hombre rojizo y le digo que me resulta muy familiar. A lo que responde que no estaba del todo descartado. Resultó ser el rey”.

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