Ámsterdam tiene un nuevo gimnasio más rico. Uno con un toque colorido, llamado: We Are Queer. El nombre lo dice todo: el gimnasio del Dapperbuurt en Amsterdam-East se centra por completo en el comunidad LGBTQIA+. Eso se necesitaba con urgencia, según el fundador y entrenador personal Senn van Beek.
Los queergyms existen desde hace mucho tiempo en los Estados Unidos y desde el año pasado existe un gimnasio de este tipo en Róterdam. Van Beek sabía por experiencia propia que también se necesitaba un gimnasio queer en Ámsterdam. “Como persona no binaria, nunca te sientes completamente conectado en un club deportivo. Esto se debió principalmente al idioma y la cultura en el gimnasio. ‘Buenos días señoras y señores’, y solo aseos de caballeros y señoras. Se necesita un gimnasio queer en Amsterdam porque no siempre hay inclusión en los gimnasios regulares”.
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Según Van Beek, esa conexión es fundamental para el gimnasio “We Are Queer”. Además de los deportes, el gimnasio también está destinado a conocer gente nueva de la comunidad. “Eso también hace que los deportes sean más divertidos”. Los atletas que tomaron la primera lección grupal el lunes estaban ansiosos por la llegada del gimnasio: “Me gusta hacer ejercicio en un entorno normativo seguro y no heterosexual”, dice Anne Stam.
El nuevo gimnasio no existió de la noche a la mañana. A Van Beek ya se le ocurrió la idea hace 3,5 años. La comunidad y el municipio estaban entusiasmados, pero Van Beek tuvo problemas para encontrar los recursos adecuados. “Ha sido un viaje bastante difícil, especialmente encontrar una ubicación, entusiasmar a los corredores y juntar todo el dinero. Eso no sucedió por sí solo”.
“La sensación de nunca sentirme como en casa en ningún lugar me dio la perseverancia”
Por eso Van Beek inició un crowdfunding con el objetivo de 50.000 euros para la realización de un gran gimnasio. “Eso fue genial. Obtuve muchas reacciones positivas y donaciones”. Sin embargo, la cantidad se quedó en torno a los 15.000 euros. Van Beek esperaba un gran inversor, pero eso no fue posible debido a la corona. Sin embargo, Van Beek siguió buscando. “La sensación de nunca sentirme como en casa en ningún lugar me dio la perseverancia”.
Ganó la persistencia. A principios de julio, Van Beek recibió las llaves de un pequeño edificio en Dapperbuurt. “Al principio, quería algo más grande porque quería ofrecer cosas diferentes. Pero ese pequeño tamaño lo hace muy íntimo, seguro e inclusivo. El aspecto social se destaca. Es un buen primer paso”.
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