Hay una pijamada en tu casa. Simplemente no te preparaste bien, lo cual es malo, porque sabías que vendrían los invitados. También tienen todo el derecho de venir, porque en su casa están sucediendo todo tipo de cosas incómodas: incendio, inundación, se acabó la comida y hay un hombre en el baño con una pistola.
Entonces vienen y pasan la noche contigo y tú les has dicho de antemano que esto está permitido en tal situación. Ahora hay un poco más de lo esperado, lo cual es difícil, porque realmente no pueden regresar a casa. Sin embargo, su habitación de invitados es demasiado pequeña.
Inmediatamente empiezas a encontrar una solución. Tal vez alguien pueda usar un colchón extra en la cocina, tal vez quepan dos en el sofá cama, tal vez podamos hacer una cama con algunas almohadas en el pasillo. Por supuesto, no es muy cómodo, pero lo hacemos todos juntos y, de hecho, es bastante agradable sobre una alfombra en el ático.
Apiñados juntos
Hasta que alguien empieza a gritar que los invitados deben estar en la habitación de invitados y en ningún otro lugar. Ese hombre empuja a un huésped desconcertado tras otro a la pequeña habitación de invitados, hasta que todos se amontonan en una cabaña, uno encima del otro, y ya no se puede hablar de un alojamiento digno. Casi tienen que acostarse uno encima del otro, ¡apenas pueden respirar! Detrás del empujador está la persona que normalmente duerme en esa habitación cuando no hay invitados y que le pregunta dónde debe ir a continuación. ‘¡Nada que ver con!’ grita el traficante. ‘¡Todos los invitados deben irse!’
Los solucionadores de problemas que empiezan a arrastrar colchones son los realistas. También entienden que no es una situación ideal, pero intentan sacar lo mejor de ella sin ponerse de mal humor. Los que empiezan a empujar y gritar son los populistas. Porque compartir tu casa con muchos invitados, por muy hospitalario que seas, sigue siendo un poco complicado, y cuando alguien empieza a quejarse de los invitados en general, toca la fibra sensible de mucha gente. Puedes escuchar la vibración de esa cuerda, pero ese sonido no soluciona nada.
¿Es útil la política?
La discusión sobre la ley de reparto no es una discusión entre izquierda y derecha. No se trata de una discusión sobre la afluencia de refugiados o sobre si los invitados siguen siendo bienvenidos. Es un debate entre solucionadores de problemas realistas y quejosos populistas. En el centro de esa discusión se encuentra la cuestión de si, si hay un problema en nuestra sociedad, podemos recurrir a nuestros líderes políticos. El resultado de la discusión sobre la ley de distribución es la respuesta a la pregunta de si la política es útil o no. La respuesta a la pregunta de si debemos abordar los problemas juntos o si preferimos hacer ruido y no hacer nada al mismo tiempo.
Hubo una fiesta de pijamas en tu casa, ahora todos están despiertos nuevamente. Cuando entras a la cocina, ves a uno de tus invitados preparando un delicioso desayuno. Ves una taza de café recién hecho en el mostrador.