Hasta ahora lo hemos mantenido en la penumbra invernal, pero quizá mi mujer y yo tengamos algo más, según tengo entendido por ‘Cartas desde Génova’ | columna Herman Sandman

Hasta ahora hemos estado hablando de la oscuridad invernal, con la que mi esposa y yo estamos luchando un poco, pero tal vez sea otra cosa, según entiendo por el libro. Cartas desde Génova por Ilja Leonard Pfeiffer. En cualquier caso, lo es: un meteorópata.

También se le llama ‘trastorno afectivo estacional’ y la abreviatura en inglés es SAD. No tengo idea si es una broma deliberada. Puede provocar depresión y fatiga física y mental en invierno y irritabilidad y pánico en verano. Entonces te apetece el tiempo.

Si entiendo bien, una historia biológica. La luz del sol activa sustancias que te dan energía, mientras que la oscuridad activa las hormonas que conducen a la tristeza. La pregunta es si para eso hay que ser meteorópata. Me parece que todo el mundo tiene eso.

Sin embargo, el psiquiatra Norman E. Rosenthal empezó a definir la meteoropatía en 1984. Encontró que el estado de ánimo de algunos pacientes cambiaba con las estaciones. Sufrieron depresión durante los meses fríos y oscuros, durmieron más de lo necesario, se emborracharon y de repente rompieron a llorar.

En verano fue al revés. Estas personas dormían y comían menos y se volvían más ansiosas, irritables e incluso agresivas.

La explicación es, o parece, porque no tengo idea de lo confiable que es Emergency-live.com, simple. Los meteorópatas producen mucha hormona serotonina en verano (que aporta placer y bienestar) y melatonina en invierno (sueño y tristeza).

No requiere intervención inmediata, sólo cuando se vuelve física y mentalmente insoportable y el límite con los cambios de humor “normales” no me resulta claro. Es curioso: tarde o temprano todos nos volvemos ‘pat’.



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