Hace diez años no me di cuenta de que "Haz hermosos sueños" hubiera sido el best-seller de la década, hasta el punto de que ahora vuelve a la librería enriquecida con dos nuevos capítulos


Aldo Cazzullo (foto de Carlo Furgeri Gilbert).

METRO.recuerdo como si fuera ayer por la tarde hace diez años cuando leí en borradores Haz hermosos sueños. Estaba en Turín por trabajo, fui a cenar a la cervecería Mazzini.

Estaba solo pero tenía el libro de mi amigo fraterno Massimo para hacerme compañía. En un momento sentí una mano tocando mi hombro.

La cervecería Mazzini cierra muy tarde, pero en un momento dado, después de poner las sillas sobre la mesa y bajar la persiana, el mesero había decidido con razón informarme lo más directamente posible que era de noche y tenía que irme.

Afortunadamente, estaba casi al final. Terminé de leer las pruebas mientras caminaba. No se necesitaron habilidades de adivinación para informar a los lectores de esta página que Haz hermosos sueños habría sido el best-seller del año.

No sabía que iba a ser el best-seller de la década, hasta el punto de volver a las librerías ahora, de nuevo gracias a Longanesi – enriquecido con dos nuevos capítulos.

“Que tengas buenos sueños – Diez años después” de Massimo Gramellini (Longanesi).

No sabía que iba a ser el best-seller de la década, hasta el punto de volver a las librerías ahora, de nuevo gracias a Longanesi – enriquecido con dos nuevos capítulos.

Gramellini tiene muchos lectores y mantiene una intensa correspondencia con muchos de ellos. Precisamente en la nueva edición se citan algunos mensajes: son conmovedores, por momentos desgarradores.

«Ya no le encuentro sentido a mi vida, pero ¿cómo dejar a la criatura que entregué al mundo, cómo darle un dolor con el que tendrá que vivir todos los días y para siempre?».

“Más de una vez he manifestado mi intención de dejarme llevar por el vacío. ¿Sabes lo que me detuvo? La imagen tuya de niño deambulando por la casa buscando a tu madre. Me dije a mí mismo: no puedo hacerle esto a mis hijos a quienes amo más que a mí mismo”.

Luego también están las reacciones de los ‘rosiconi’, las malas críticas, que como siempre sorprenden al destinatario más que un elogio. Es válida la consideración de un amigo del autor: «Los sentimientos de un millón de lectores se han derretido y el cerebro de cien envidiosos se ha agarrotado. ¿Hubieras preferido lo contrario?».

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