Más que una excelente carrera, el inglés ha pasado a la historia por convertirse en el primer jugador planetario, un atleta-marca capaz, gracias también a su matrimonio con Victoria Adams, de elevar a un futbolista al nivel de una estrella de cine.
Antes de la llegada de David Beckham, un futbolista, incluso el más fuerte, alcanzaba una celebridad a la altura de su grandeza deportiva, extendiéndola posiblemente al mundo de la televisión (varios presentados), la publicidad (en Italia teníamos, por ejemplo, los quesos Rummenigge y el champú de Baresi & Costacurta) o el cine (Pelé en Escape to Victory). Con -y gracias a- David Beckham, en cambio, el futbolista comenzó en la década de los 90, y no muy lentamente, a acercarse a la fama de estrellas del cine o de la música, desencadenando el proceso gracias al cual, hoy, Messi o CR7 son comparable a George Clooney, Julia Roberts o los Stones.