El 29 de septiembre de 1968 entró por primera vez en la Serie A el “decimotercer hombre”. Era Sandro Vanello, y ese día reescribió la historia del juego.
Las sustituciones no existieron, anocheció temprano. Ese fue el momento en que el jugador que se lesionó durante el juego maldijo al mundo y fue maldecido por sus compañeros, terminó exiliado al ala por no hacer daño, donde podía pararse allí para proteger a la banda como un soldadito de plomo sin pistola. . . Y si -bendito el cielo- llegaba a marcar, se le bautizaba el “gol de la coja” y todos lo celebraban, con gran difusión de énfasis. Pero rara vez marcaba. La mayoría de las veces el equipo “cojo” – superado en número – fue penalizado. Y no, ya no era posible seguir así.