Me he despertado tal vez cien veces en mi vida con resaca en la cama de un hotel, y aunque siempre me sentí mal en esos momentos, es una de las cosas con las que me siento en casa. Buscando en la oscuridad el extraño botón de una extraña luz nocturna, levantándote de las sábanas que has arrojado en tus sueños borrachos, lo que ha creado un peculiar patrón de pliegues en tu estómago y pecho. El dulce destello de dolor que atraviesa tu cabeza cuando miras la rendija de luz del día sobre las cortinas, la luz del día de una ciudad extraña que hace mucho que comenzó su rutina matutina sin ti.