En la apertura de la Asamblea General de las Naciones Unidas el martes en Nueva York, el secretario general Antonio Guterres pintó una imagen pesimista de la situación en la que se encuentra el mundo hoy. «La comunidad internacional no está lista ni dispuesta a enfrentar esos grandes y dramáticos desafíos de nuestro tiempo», dijo Guterres en su discurso de apertura. Existe la amenaza de «un invierno de descontento mundial» debido a las múltiples crisis que aquejan a la humanidad.
El portugués quiere más compromiso de los países con los grandes temas de este siglo, como la crisis climática. «La crisis del poder adquisitivo está en su apogeo, la confianza se está desmoronando, la desigualdad está explotando, nuestro planeta está en llamas y, sin embargo, estamos atrapados en una colosal disfunción global. Las personas sufren y los más vulnerables son los que más sufren».
Muchas crisis, como las hambrunas inminentes o los conflictos en Malí, Libia o Siria, amenazan el futuro de la humanidad y el destino del planeta. «El progreso en todos estos y otros temas está siendo rehén de las tensiones geopolíticas», dijo Guterres. “Nuestro mundo está en peligro y sus alas están paralizadas”. Por ejemplo, una sequía sin precedentes en el Cuerno de África amenaza la vida y el sustento de 22 millones de personas. «La colosal disfunción global» no puede ser resuelta por unos pocos países, se necesita una «coalición del mundo».
El mundo sigue siendo adicto a los combustibles fósiles, también señala Guterres. Por lo tanto, pidió gravar el exceso de ganancias de las compañías petroleras y utilizar las ganancias para aliviar los altos precios y costos de los alimentos y la energía causados por el cambio climático. Algunas compañías de petróleo y gas están obteniendo ganancias récord como resultado de los altos precios de la energía.
La guerra de Ucrania no podía faltar en el discurso inaugural de Guterres. El barco con bandera de la ONU que pudo salir de Ucrania el verano pasado con grano ucraniano a bordo, Guterres lo describió como «un símbolo de esperanza».
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y su homólogo francés, Emmanuel Macron, también hablarán más tarde. El primer ministro Alexander De Croo hablará por Bélgica el viernes.
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