Debería haber sido la fiesta de Oliver Zeidler, que entrena a diario en la pista olímpica de remo cerca de Múnich y donde su abuelo se convirtió en campeón olímpico en 1972. En el período previo a los Campeonatos de Europa, los medios alemanes estaban llenos de la posibilidad de que Zeidler ganara un título importante después de 50 años en el mismo campo de remo que su abuelo. Las cosas fueron diferentes.